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LA RESISTENCIA A LA RACIONALIZACIÓN: LAS OBRERAS TEXTILES DE LA MATANZA ENTRE 1955-1959
RESISTÊNCIA À RACIONALIZAÇÃO: MULHERES TRABALHADORAS TÊXTEIS EM LA MATANZA ENTRE 1955 E 1959
RESISTANCE TO RATIONALIZATION: THE TEXTILE WORKERS OF LA MATANZA BETWEEN 1955-1959
Caminhos da História, vol. 28, núm. 2, pp. 24-39, 2023
Universidade Estadual de Montes Claros

Dossiê

Caminhos da História
Universidade Estadual de Montes Claros, Brasil
ISSN: 1517-3771
ISSN-e: 2317-0875
Periodicidad: Semestral
vol. 28, núm. 2, 2023

Recepción: 29 Mayo 2023

Aprobación: 27 Junio 2023


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Resumo: Neste artigo, pretendemos contribuir para os estudos que reconstroem o ativismo dos trabalhadores de fábrica no período de 1955 a 1959, no contexto da resistência dos trabalhadores às políticas de racionalização, tentando analisar particularmente o ativismo na Zona Oeste do Conurbano Bonaerense. Para isso, utilizamos uma indústria feminizada, a indústria têxtil, na tentativa de recuperar o ativismo de suas trabalhadoras. Usando metodologia qualitativa, consultamos diferentes arquivos nos quais analisamos a imprensa comunista e os comunicados oficiais da Asociación Obrera Textil (Associação dos Trabalhadores Têxteis), entre outras fontes. Filtramos a pesquisa limitando-a aos conflitos dos trabalhadores têxteis no período, com foco em La Matanza, onde destacamos as fábricas Danubio e Textil Oeste. Nas conclusões alcançadas, determinamos a importância da feminização de uma indústria em declínio e o posicionamento defensivo dos trabalhadores em períodos de crise econômica no setor. Nesse sentido, destacamos a importância de incorporar uma perspectiva de gênero aos estudos das indústrias feminizadas, capaz de analisar criticamente o lugar das mulheres na fábrica, nos protestos e quando expulsas do mercado de trabalho.

Palavras-chave: Trabalhadoras têxteis, Racionalização, Resistência, Zona Oeste, Indústria feminizada.

Resumen: En este trabajo nos propusimos como objetivo contribuir a los estudios que reconstruyen el activismo obrero fabril en el periodo 1955-1959, en el marco de la resistencia obrera a las políticas de racionalización, intentando recorrer, particularmente, el activismo en la Zona Oeste del Conurbano Bonaerense. Para ello hemos tomado una industria feminizada, la textil, recuperando el activismo de sus obreras. Desde la metodología cualitativa consultamos distintos archivos, en los que revisamos la prensa comunista y los comunicados oficiales de la Asociación Obrera Textil, entre otras fuentes. En ellos filtramos la búsqueda limitándola a la conflictividad obrera textil en el periodo, con eje en La Matanza, donde destacamos las fábricas Danubio y Textil Oeste. En las conclusiones alcanzadas, determinamos la importancia de la feminización de una industria en declive, y el posicionamiento obrero defensivo en periodos de crisis económica del sector. En este sentido, destacamos la trascendencia de incorporar una perspectiva de género a los estudios de industrias feminizadas, capaz de analizar de manera crítica el lugar de la mujer en la fábrica, en la protesta y al ser expulsada del mercado laboral.

Palabras clave: Obreras textiles, Racionalización, Resistencia, Zona Oeste, Industria feminizada.

Abstract: The aim of this paper is to contribute to the studies that reconstruct the factory workers' activism in the period 1955-1959, in the framework of the workers' resistance to the rationalization policies, trying to go through particularly the activism in the West Zone of the Conurbano Bonaerense. For this purpose we have taken a feminized industry, the textile industry, trying to recover the activism of its women workers. From the qualitative methodology we consulted different archives in which we reviewed the communist press and the official communiqués of the Textile Workers Association, among other sources. In them we filtered the search limiting it to the textile workers' conflict in the period, with focus on La Matanza, where we highlight the Danubio and Textil Oeste factories. In the conclusions reached, we determine the importance of the feminization of an industry in decline and the defensive worker positioning in periods of economic crisis in the sector. In this sense, we highlight the importance of incorporating a gender perspective to the studies of feminized industries, capable of critically analyzing the place of women in the factory, in the protest and when expelled from the labor market.

Keywords: Female textile workers, Rationalization, Resistance, Western Zone, Feminized industry.

Introducción

El presente trabajo tiene como fin indagar en torno al activismo fabril femenino en las textiles de la Zona Oeste del Conurbano Bonaerense, puntualmente en La Matanza, entre 1955-1959. Para ello hemos realizado una reconstrucción general de la situación del sector textil, en donde pudimos contextualizar los registros hallados en torno a nuestra región bajo estudio. Destacamos como casos fabriles las textiles Danubio y Textil Oeste, ambas estuvieron localizadas en La Matanza, la primera en Ramos Mejía y la segunda en San Justo. Dichas fábricas quebraron en la década de 1990, en un contexto generalizado de quiebras para el sector en Argentina; en el ex predio de la Textil Oeste hoy se encuentra un shooping y un hiper mercado, mientras que en el caso de la Danubio aún permanece la mitad de la fábrica abandonada, ya que la otra mitad se destinó a construcciones inmobiliarias.

Para la realización del estudio emprendimos una metodología cualitativa. Visitamos archivos en los que consultamos diarios, revistas, panfletos y comunicados que pudieran contener registros de conflictos textiles, donde buscamos la participación de las obreras, otorgándole centralidad al activismo femenino. De esta forma consultamos el Archivo Histórico del Partido Comunista de la Argentina, en el que extrajimos registros del semanario Nuestra Palabra y el periódico La Hora; por otro lado, también revisamos cajas no clasificadas del archivo, allí hemos hallado un documento de la militancia del Partido Comunista que nos aportó grandes datos para nuestra zona. También visitamos el Fondo Dimase, del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales, dependiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CEIL-CONICET), allí consultamos los informes DIL, Documentos de Investigación Laboral, así como cajas correspondientes a textiles. Por último, revisamos distintos números de la publicación trotskista Palabra Obrera, digitalizados y disponibles en la página del Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones León Trosky (CEIP).

El trabajo se estructura en torno a la racionalización del periodo, evidenciando sus impactos en la industria y la fuerza laboral femenina. En la primera parte, brindamos unos punteos teóricos en sintonía con el enfoque de género adoptado, que ayudarán a comprender mejor nuestro análisis. En la segunda parte abordamos el proceso de racionalización desde el golpe de 1955 autodenominado “Revolución libertadora”, dividimos este momento en dos secciones, una dedicada a la Asociación Obrera Textil y otra al activismo femenino. En una tercera parte nos introducimos al gobierno desarrollista de Frondizi en los años que nos competen, como parte de la intensificación del proceso racionalizador. El corte en 1959 reside en la importancia de la huelga que ese año emprendieron las textiles, junto con otros sectores, y que constituye un momento bisagra para el movimiento obrero. Por último, sintetizamos nuestras conclusiones.

Consideraciones para una lectura generizada del trabajo femenino

En necesario considerar algunas dimensiones importantes para la perspectiva de género, que serán útiles en la comprensión de los procesos aquí abordados. En este sentido, desarrollaremos algunas cuestiones que buscan enfatizar en la condición del género femenino: por un lado, la invisibilización femenina en las fuentes y bibliografía en general; por otro, la doble y triple jornada laboral que emprenden las mujeres y que condiciona el desenvolvimiento de sus actividades.

En primer lugar, la participación de mujeres muchas veces es ocultada en las fuentes, debido a que, en la construcción de relatos, se utiliza el genérico masculino para referirse a los diferentes géneros indistintamente. Su activismo es visibilizado -para nuestro periodo- en lecturas de género que pueden hallarse en prensa o panfletos políticos de izquierda en los que se adopta deliberadamente una dimensión de género, como es el caso del Partido Comunista (PC). Es por ello que recuperaremos fuentes de este tipo para la reconstrucción del activismo femenino en Zona Oeste.

Sin embargo, es necesario observar las fuentes teniendo presente estas cuestiones, a fin de no reproducir los mismos sesgos de género. En la industria textil, una industria feminizada, las mujeres conformaban un alto porcentaje de la mano de obra; de allí que es factible pensar su presencia en protestas, huelgas, despidos y activismo comunitario, independientemente de si son, o no, mencionadas en las fuentes. Como señala cierta historiografía de género, luego de 1955 las obreras continuaron participando en movimientos de protesta bajo la conducción sindical de distintas vertientes peronistas en reclamo por el exilio de su líder o por sus condiciones laborales (LOBATO, 2007, p. 144).

En segundo lugar, las mujeres desarrollan una doble jornada laboral, una primera jornada productiva, asalariada, en sus lugares de trabajo, y una segunda jornada reproductiva, no remunerada, en sus hogares; en muchos casos, inclusive, logran consolidar una tercera jornada, dedicada a la militancia fabril, gremial o política (LOBATO, 2007). Lo importante aquí es que cualquiera de las jornadas mencionadas demanda tiempo por parte de las mujeres: tiempo destinado a conseguir ingresos para el sostenimiento del hogar; a los cuidados familiares; y a la lucha por la conquista de derechos, ya sea en el terreno laboral o en la militancia política. Esta condición recarga a las mujeres más que a sus pares varones, y en parte explica las limitaciones que sufren en el acceso a puestos de liderazgo sindical.

Entendemos al trabajo productivo y reproductivo como dos dimensiones del trabajo necesario para la reproducción de la vida. Dichas dimensiones no están divididas tajantemente, y en algunos momentos y espacios se conjugan, como en el caso de la huelga fabril, donde la colectivización de la protesta trasluce el trabajo reproductivo comunitario, necesario para el sostenimiento económico y moral de la huelga (GALLOT y LENGUITA, 2023). En este sentido, los momentos de protesta, de huelga, son focos privilegiados para el análisis del trabajo reproductivo, una de las dimensiones del género que tomamos en este trabajo.

Autoritarismo y racionalización

La Revolución Libertadora y la AOT

En septiembre de 1955 el gobierno de Juan Domingo Perón fue depuesto por una dictadura militar autodenominada “Revolución Argentina”, la cual integró a sectores oligárquicos, nacionalistas y católicos que conspiraron para derrocar al gobierno electo. El principal objetivo del nuevo régimen dictatorial fue avasallar el activismo sindical de la clase trabajadora a fin de avanzar sobre sus conquistas laborales en beneficio del capital. Durante la gestión peronista los sindicatos se masificaron, logrando mejoras en las condiciones de trabajo y mayor capacidad de negociación, en este contexto “la Revolución Libertadora se propuso cambiar las reglas de juego impuestas por el peronismo en la sociedad” (SCHNEIDER, 2005, p. 72).

El presidente provisional del gobierno de facto, Gral. Eduardo Lonardi, intentó llevar a cabo una política conciliadora con “los vencidos”, por esa razón fue desplazado a los pocos meses por la facción de militares liberales al interior de la coalición, ocupando su lugar el Gral. Pedro Aramburu, quien dio inicio al proceso de depuración del peronismo al interior del Estado, los sindicatos y la sociedad civil en general (RAPOPORT, 2000, p.499). La política del nuevo ala del gobierno hacia la clase trabajadora se estructuró en tres líneas: proscripción del peronismo, lo cual buscaba eliminar la carrera política de los peronistas en los sindicatos; represión al movimiento obrero organizado, con el objetivo de disciplinar; y racionalización económica, lo cual impuso mayores niveles de productividad, por tanto, mayor explotación laboral (JAMES, 2019 [1990]).

El proceso de desperonización se extendió a las esferas estatales, sindicales y de la sociedad civil en general e implicó la censura a cualquier tipo de expresión o alusión ideológica, discursiva o simbólica al líder depuesto, así como a la figura de Eva Duarte de Perón, motivando la respuesta de los peronistas, principalmente en el ámbito fabril. La Resistencia Peronista (JAMES 2019 [1990]) o resistencia (SCHNEIDER, 2005) se manifestó en actos de sabotaje al interior de las unidades productivas como forma de expresar el descontento obrero ante las nuevas políticas del régimen. La irrupción a la vida democrática en el ámbito político se trasladó a las esferas sindicales. Dee este modo, se intervino la Confederación General del Trabajo (CGT) y se designaron supervisores militares en todos sus sindicatos, con el objetivo de crear “bases democráticas” que excluyeran al peronismo (JAMES, 2019 [1990], p. 82). Entre las medidas mencionadas por este autor se encuentran: arrestos a dirigentes y activistas gremiales; aprobación del Decreto 7107 que desplazaba de la actividad gremial a quienes ocuparon cargos de liderazgo en la CGT y sus sindicatos entre 1952 y 1955; disolución de todas comisiones internas, lesionando la democracia sindical a nivel fábrica, ya que los delegados eran ahora designados por el Ministerio de Trabajo. Con esta última medida, la dictadura de Aramburu:

se propuso destruir el pilar que sostenía todo el andamiaje laboral: los organismos de base fabril. Estos eran el último bastión obrero que frenaba los incrementos en los ritmos de productividad y, simbolizaban la contracara del poder de la clase dominante en el ámbito de la producción. (SCHNEIDER, 2005, p. 84)

Las consecuencias de este contexto hostil y represivo hacia el movimiento obrero se manifestaron también en el gremio textil. La Asociación Obrera Textil (AOT) fue intervenida a un mes del golpe, como parte del proceso de tutela militar hacia nuevos llamados a elecciones, depuradas del peronismo. Así lo denunciaban los textiles:

En octubre de 1955, la Comisión Electoral de la Asociación Obrera Textil, designada en el 6° congreso nacional del gremio, se disponía a convocar a elecciones para los días 14, 15 y 16 de diciembre de ese año con el objeto de designar nuevas autoridades de la entidad. Pero el procedimiento democrático fué interferido: en noviembre asumía la intervención de la organización gremial el capitán Pujol. (NOTAS DE LA FRACCIÓN OPOSITORA A LA INTERVENCIÓN DE AOT, 18 de abril de 1957)

Aquí observamos el procedimiento descripto por James, anteriormente citado, que tuvo como fin reestructurar el juego democrático en los sindicatos, proscribiendo y avalando listas y candidatos, controlando e incluso eliminando los resultados de las elecciones no libres convocadas por las mismas autoridades interventoras. Así sucedió en la AOT, cuando una nueva intervención, en 1957, deslegitimó los resultados electorales:

Como es del dominio público de los trabajadores textiles el día 12 del corriente mes a las 18 horas nuestra Organización fué asaltada por efectivos de la Policía Federal y elementos de los comandos civiles, quienes procedieron a clausurar las oficinas y ramas de nuestro edificio central, desalojando por la fuerza a quienes invisten la auténtica representación de los trabajadores, expresada en elecciones controladas por un representante de las Fuerzas Armadas (Capitán de Corbeta Carlos A. Pujol) (COMUNICADO DEL CONSEJO DIRECTIVO DE LA AOT, 20 de diciembre de1957)[1].

Otra solicitada también denunció dicha intervención, avalando la tutela militar en las elecciones (NOTAS DE LA FRACCIÓN OPOSITORA A LA INTERVENCIÓN DE AOT, 26 de diciembre de 1957). Este menciona como interventor al “señor D´Asero”, dato que se contradice con el comunicado antes citado, que sostenía que el interventor era el Capitán Pujol. Por otro lado, las intervenciones también se trasladaron a nivel fábrica, donde los empresarios tomaron medidas contra sus obreros y obreras, con despidos por razones políticas y gremiales. Con respecto a la industria textil, “Al igual que en el caso de los metalúrgicos, los patrones textiles iniciaron a poco de ocurrido el movimiento de setiembre de 1955, una intensa campaña de persecución contra la clase trabajadora” (NOTAS DE LA FRACCIÓN OPOSITORA A LA INTERVENCIÓN DE AOT, 18 de abril 1957) manifestada en cesantías y listas negras al interior del gremio. En la Bernalesa, textil ubicada en Quilmes, zona sur del Gran Buenos Aires, los 120 delegados gremiales, en su mayoría peronistas, fueron despedidos (JAMES [1990], p. 84).

La resistencia de las obreras textiles a la dictadura

En la lectura de James (1981), desde 1955 y hasta 1960 se efectúa un cambio en el modelo de acumulación de capital, caracterizado por la racionalización de la producción industrial. Para cumplir dicho objetivo, gobiernos y empresarios consensuaron que era necesario debilitar la organización gremial a fin de lograr sindicatos dóciles. Tal como especifica el autor, el Decreto 2.739 de febrero de 1956 posibilitaba la firma de acuerdos individuales entre las patronales y sus obreros y obreras, dinamitando la lucha y organización gremial, y resguardando el aumento en los niveles de explotación laboral a costa de aumentar la productividad.

Esta racionalización implicaba intensificar los ritmos de trabajo. Es posible analizar las complejidades de dicho proceso para una industria feminizada y en declive como la textil. En primer lugar, como hemos mencionado, las mujeres constituyen en gran medida al sector textil, y por su condición de género asumen una doble jornada laboral e incluso alcanzan una tercera jornada, en muchos casos. En segundo lugar, nos abocamos a un periodo de retroceso para la industria estudiada, lo cual es un elemento fundamental, bajo la hipótesis de que, en el contexto de un ciclo de retracción del sector textil, la resistencia y conflictividad obrera registrada será menor, por una actitud defensiva de la clase trabajadora, en comparación con periodos ofensivos de esta u otras industrias en auge.

En Argentina el sector textil alcanzó su apogeo durante el primer peronismo, catapultada por el contexto de la Segunda Guerra Mundial, y experimentó su estancamiento durante la década de 1950 con su posterior declive en las décadas siguientes (BELINI, 2019). Entre 1947 y 1970 se registra un descenso en la proporción de mano de obra industrial en textiles y confecciones; con respecto a los efectos sobre las mujeres, el censo industrial de 1948 registra el 51% de participación femenina en la industria textil, mientras para 1963 desciende a un 46,3% (FERNÁNDEZ Y LEGNAZZI, 2012, p. 58; 106; 111)[2]. De aquí podemos deducir no solo un estancamiento y achicamiento de la industria, sino un mayor impacto negativo sobre la fuerza laboral femenina, debido a su regresiva participación.

La declinación de la industria textil no solo demandaba racionalidad para aumentar la productividad de la mano de obra empleada, sino que implicaba el achicamiento de la industria, con lo cual, los mayores niveles de productividad eran acompañados por la creciente expulsión de fuerza de trabajo, propia del ciclo en retracción. Al respecto, en su discurso sobre las obreras de Buenos Aires, Irene Rodríguez, militante el PC, dedica su atención a la industria textil: “Aquí también el ritmo de trabajo se ha intensificado, de manera ostensible, provocando la resistencia de las obreras que han desarrollado movimientos muy combativos para protestar contra esa superexplotación” (RODRÍGUEZ, S.F.)[3]. Este documento es nuestra principal fuente para el periodo dictatorial, no solo porque contiene una clara perspectiva de género que visibiliza la opresión de la mujer en la industria, sino porque aborda la industria textil mencionando importantes fábricas de Zona Oeste que tomamos como casos.

A fin de ponderar la magnitud de la industria textil en Buenos Aires por aquellos años, la referente del PC se pregunta “¿SOBRE QUIÉN DESCANSA LA POTENCIA DE LA INDUSTRIA TEXTIL?” (RODRÍGUEZ, S.F.). Allí destaca el hecho de que el 70% de la mano de obra textil es femenina, sin embargo, las mujeres mantienen una diferencia salarial negativa respecto del salario masculino, que oscila entre el 17 y el 20%[4]. Además, menciona importantes ciudades industriales de la provincia en las que se desarrollaban grandes fábricas, tales como La Bernalesa, Fabril Financiera, Platex, Campomar, Masslorens, Textil Oeste y Danubio. Estas últimas dos se hallaban localizadas en La Matanza, Zona Oeste, nos interesan en particular, por haber sido dos grandes textiles representativas del distrito matancero (LOBATO, 2015).

Las comunistas estaban preocupadas por la situación de las obreras, “Doblemente explotadas por la patronal que obtiene beneficios extraordinarios de la diferencia de salarios entre el hombre y la mujer. Sin leyes eficaces que la protejan en su doble condición de trabajadoras y de madres” (RODRÍGUEZ, S.F.). Con la incorporación femenina al mercado laboral entran en tensión distintas dimensiones que algunas autoras han abordado para la industria textil: si el ingreso es motivado por una necesidad económica; si sus salarios son considerados complementarios en el hogar; cómo construyen redes de cuidados en las que sostenerse mientras están ausentes en sus hogares, o si abandonaban el empleo al casarse o ser madres (FERNÁNDEZ Y LEGNAZZI, 2012).

La conciliación del trabajo de cuidados con el trabajo fabril es una dimensión central, debido a que la racionalización que establece el aumento en los ritmos de trabajo recargará tanto a obreros como a obreras, pero sobre estas será mayor el desgaste siempre que se contemple la explotación de la doble jornada. La racionalización sobre la industria textil impacta en la disciplina fabril, motivando la resistencia obrera:

En todas las fábricas del gremio, la producción ha aumentado notablemente, como consecuencia del acento en el ritmo. Se tiende además a implantar el trabajo a destajo, seriamente resistido por los obreros y obreras porque existe conciencia de que esto representa la liquidación de una conquista fundamental, como es la jornada legal de ocho horas y exige además un esfuerzo excesivo para ganar un salario medio (RODRÍGUEZ, S.F.)

Durante el periodo de racionalización hallamos indicios de combatividad en fábricas de La Matanza, a partir del registro de las comunistas recuperado. En él se visualiza una fotografía de obreras saliendo de la fábrica, acompañada al pie de imagen por la leyenda “Obreras de Danubio, alegres por haber terminado su dura faena, salen llenando sus pulmones de un aire más puro que el de la fábrica. Las últimas luchas textiles mostraron su gran capacidad combativa” (RODRÍGUEZ, S.F.). No podemos aun establecer con certeza a qué luchas textiles se remonta dicha mención, pero sí podemos sostener que alude a situaciones de conflictividad previas, no muy alejadas a nuestro periodo.

Otra de las razones de conflictividad citada refiere a las negociaciones por los Convenios Colectivos de Trabajo, “En los diversos paros y huelgas desarrollados con ese motivo, las mujeres participaron activamente para tener a raya a las fuerzas de la policía e incluso del ejército que pretendieron doblegar la resistencia obrera” (RODRÍGUEZ, S.F.). En la reconstrucción que hemos logrado, los convenios textiles más cercanos al momento de escritura de este documento fueron en 1954 (SCHIAVI, 2012). Según explica este autor, las negociaciones textiles de 1954 no alcanzaron la huelga general ni implicaron un conflicto generalizado por ramas, lo cual no exceptuó el conflicto puntual por fábrica, como en el caso de la Fábrica Argentina de Alpargatas, el único caso que el autor aborda para ese año. Otra de las fábricas que registró conflictos fue la Textil Oeste, la fábrica más grande de La Matanza:

En la última lucha por la renovación del convenio del gremio textil, se destacaron especialmente por su combatividad las obreras de TEXTIL OESTE, que integraron los piquetes, recorrieron las empresas de esa extensa zona, arrastraron el paro a los personales de otras empresas, y organizaron verdaderas manifestaciones populares en las barriadas de Matanza y San Justo. Debemos decir que esta formación de los piquetes que mantuvieron el clima de lucha no fué cosa fácil. Las mujeres, junto a sus compañeros, debieron enfrentar más de una vez las fuerzas de la policía y del ejército para lograr su cometido. De su rol destacado en esa huelga, da una idea el hecho de que el Comité de huelga constituido por 50 miembros, lo integraban 30 mujeres. (RODRÍGUEZ, S.F.)

Observamos cómo en el caso de esta fábrica como en otras del sector, el documento relata la resistencia femenina ante las fuerzas de seguridad al servicio de las patronales, en el contexto de los acuerdos por convenios. Por otro lado, hay dimensiones propias de lo reproductivo que están presentes para el caso de Textil Oeste, detrás de las manifestaciones populares en las barriadas, canalizadas en el piquete. El traslado de la protesta desde la fábrica hacia la comunidad brinda una pauta sobre la colectivización de la misma, formas de acción comunitaria en las que emerge lo reproductivo.

Frondizi y el problema de la carestía de la vida

El descontento obrero por el avasallamiento de sus derechos y la ausencia de su líder presionó a los militares hacia una salida política electoral con el peronismo proscripto en 1958, dando lugar a un régimen semidemocrátito o democracia tutelada. Arturo Frondizi, de la Unión Cívica Radical Intransigente, se consagró presidente con el apoyo de los peronistas tras un pacto con Perón (RAPOPORT, 2000). Como sostiene James (1981) el nuevo gobierno desarrollista intensificó la política de racionalización de la industria liviana, profundizando los cambios en el modelo de acumulación.

El desarrollismo de Frondizi benefició el crecimiento de la industria pesada, otorgándole un lugar central en el entramado industrial, en detrimento de las industrias menos dinámicas. En este contexto, el sector textil, que ya venía sufriendo la racionalización y el estancamiento en la demanda, se vio ante un nuevo desafío que lo forzó al achicamiento de su producción: “Despidos en masa, arbitrarias suspensiones, cierre de establecimientos, disminución de la jornada laboral con la consiguiente reducción del salario obrero; tal el panorama que afecta a más de cuarenta mil trabajadores de este gremio” (AOT, COMUNICADO, 3 de enero de 1958). Los impactos negativos también se hallan en fábricas de Zona Oeste, como es el caso de Danubio donde se despidieron obreros y obreras y el sindicato peleó las indemnizaciones correspondientes:

Con motivo del triunfo que significó para los compañeros de Danubio que la reaccionaria patronal tuviera que aflojar la indemnización doble de 21 compañeros despedidos, gracias a los buenos oficios del Consejo Directivo y en especial por la dedicación de los compañeros… (PALABRA OBRERA, n. 53, 11 de septiembre de 1958, p.2)

Aquí vemos claramente cómo en periodos negativos del ciclo económico del sector las medidas sindicales tienden más hacia la defensiva, de allí que el logro sean las indemnizaciones debido a los despidos inevitables. En la citada ocasión se hicieron presentes el secretario general de la AOT, Andrés Framini, y el secretario adjunto, Juan Carlos Loholaberry, que contaron, además, con la presencia de representantes de distintas textiles de la zona y aledañas, como Textil Yute, Tejeduría Mitre, Hilados Finos, Lanera San Justo, Tapiales, Textil Oeste, San Marco, Matya, Alpargatas, Bernalesa y Calogero, entre otras (PALABRA OBRERA, n. 53, 11 de septiembre de 1958, p.2). El secretario adjunto se pronunció en nombre del Consejo Directivo al respecto de la falta de libertades democráticas de los peronistas: “1° tenemos que recuperar la seccional Matanza y mantener la A.O.T. 2°) Recuperar la C.G.T. y 3°) el gobierno” (PALABRA OBRERA, n. 53, 11 de septiembre de 1958, p.2).

Resulta significativo resaltar el carácter autoritario del gobierno de Frondizi, caracterizado por la falta de libertades sindicales y políticas, así como por la represión obrera. A partir de las publicaciones de la prensa militante del periodo que hemos consultado, una de las principales razones que aquejaban al movimiento obrero en general era la carestía de vida. La pérdida del valor de los salarios frente a las necesidades básicas se veía reflejada en la respuesta emprendida por el movimiento obrero, en diferentes formas de manifestación y protesta. En el sector textil dicho problema llegó a ser mencionado por el secretario general del sindicato, en oposición a las políticas del gobierno, en aquel acto ya mencionado en Matanza: “a este señor que no soluciona nada hay que darle con todo pues esa será la única forma de conseguir algo y si no que lo digan nuestras mujeres cómo el señor Frondizi soluciona el problema de la carestía de la vida” (PALABRA OBRERA, n. 53, 11 de septiembre de 1958, p.2).

Las palabras de Framini no solo evidencian la relevancia del problema, sino el rol asignado a las mujeres en el manejo económico del hogar, de allí que ante la carestía de vida sean ellas quienes brinden respuesta a las economías de subsistencia. En este sentido, la mujer estaría encargada de la administración económica del hogar con el objetivo de cubrir las necesidades básicas. No queda claro si la invocación a “nuestras mujeres” refiere a las obreras textiles del sector o bien a las esposas de los obreros, independientemente de si están incorporadas o no al mercado laboral. Lo cierto es que, en cualquiera de estas opciones, la mujer no está ubicada en el rol proveedor, sino que este estaría restringido a los hombres.

Los reclamos salariales ante la carestía de vida tomaron forma en diversas medidas de fuerza generalizadas hacia 1959: trabajo a desgano o a reglamento, paros limitados y generales, y huelgas. Los sectores que emprendieron los principales conflictos fueron textiles, metalúrgicos, ferroviarios y bancarios. De esta forma 1959 constituye un año crítico, comprendido como un punto bisagra por la historiografía; una parte de ella señala la posterior derrota del movimiento obrero (JAMES, 2019 [1990]), mientras la otra sostiene que, a pesar de la caída en la cantidad de huelgas, estas tendieron a extenderse en el tiempo, junto con otras medidas de fuerza por parte de la resistencia obrera: “los enfrentamientos en los lugares de trabajo no solo se expresaron en paros, sino también en trabajo a desgano y a reglamento e incluso actos de sabotaje” (SCHNEIDER, 2005, p. 90).

Desde inicios de 1959 las textiles tomaron medidas de protesta que buscaron lograr mejoras salariales; frenar la intensificación del ritmo de trabajo; y denunciar los despidos del sector. En enero de 1959 se tomaron medidas de trabajo a desgano, cuestionadas por la militancia comunista, la cual advertía los peligros de desunión e individualismo producto de la gran cantidad de destajistas presentes en el sector; por otro lado, denunciaba la represión obrera, en el marco de la declaración del estado de sitio y la ilegalidad de las huelgas (LA HORA, n. 244, 8 de enero de 1959, p. 7). Esta última situación, relativa a la huelga, también señalada por James (2019 [1990], p. 101-102) y constituye un dato importante debido a las consecuencias que la clase obrera tiene que afrontar. El repudio comunista se observa en distintos meses a lo largo de las protestas: “La cosa está clara: si se quiere productividad (superexplotación), salarios bajos y lucro patronal alto, hay que ilegalizar las huelgas, reprimirlas, militarizar a los trabajadores” (NUESTRA PALABRA, n. 455, 17 de marzo de 1959, p.4).

Otra de las medidas adoptadas en el sector textil fue la ocupación de fábricas a fin de evitar un lockout patronal (LA HORA, n. 252, 16 de enero de 1959); además, el comunismo interpelaba al movimiento obrero en general “Contra la movilización militar y el estado de sitio y por el establecimiento pleno de las libertades democráticas, en primer lugar, el derecho de huelga” (LA HORA, n. 251, 15 de enero de 1959, p. 11). Las distintas medidas de fuerza contra las patronales contaron con el apoyo de la AOT, la cual constantemente era intimada por el gobierno para el cese de las protestas y la mediación pacífica; así sucedió en el caso de Alpargatas (AOT, COMUNICADO DE PRENSA, n. 101, 26 de enero de 1959), Algodonera Florencio Varela (AOT, RESOLUCIÓN N° 155, 23 de mayo de 1959), y Ducilo (AOT, RESOLUCIÓN, n. 260, 4 de agosto de 1959), todas localizadas en la zona sur del conurbano bonaerense.

En los conflictos registrados, el trasfondo del problema se repite: el aumento de salarios pretendía atarse a cláusulas de racionalización. Es importante destacar los posibles impactos de tales medidas en una industria en retroceso; en un contexto de disputa por los puestos de trabajo, aumentar la productividad obrera iría acompañada de mayores despidos. Así lo denunciaba la corriente trotskista al analizar las suspensiones en Alpargatadas, junto con los despidos e intención de cierre en Manulana: “Se pide mayor productividad, trabajo incentivado, y por otro lado, se suspenden dos o tres días de la semana a cerca de 8.000 obreros” (PALABRA OBRERA, n. 96, 6 de agosto de 1959, p.4).

Durante el mes de septiembre las textiles iniciaron un paro general de 96 horas el 14 de septiembre, el cual se extendería a una huelga general por tiempo indeterminado en caso de no responder a sus demandas (NUESTRA PALABRA, n. 481, 15 de septiembre de 1959). La huelga fue declarada el 23 y 24 de septiembre (NUESTRA PALABRA, n. 483, 29 de septiembre de 1959), a los pocos días la AOT denunció el allanamiento de sus instalaciones en busca de “materiales terroristas” (AOT, BOLETÍN DE HUELGA, n. 1, 25 de septiembre de 1959, p.2). Finalmente, en noviembre la huelga es levantada por el sindicato sin victorias obtenidas, así lo denunció la prensa comunista:

El sábado 7 se informó del levantamiento incondicional de la huelga. Tan incondicional, que ni se obtuvieron mínimas garantías sobre la reiniciación inmediata de negociaciones paritarias y de que no se adoptarán represalias. Ni salario, ni convenio, ni paritaria, ni despido, ni presos, ni nada. Las represalias, masivas, fueron inmediatas: Ducilo, Selsa, etc., comenzaron a despedir miles de obreros (NUESTRA PALABRA, n. 490, 17 de noviembre de 1959, p. 4).

A pesar de la lucha textil frente a la racionalización, nada pudieron hacer las protestas obreras frente a los despidos de un sector en declive. La industria textil continuó produciendo, pero muchas fábricas fueron quedando en el camino, desfavorecidas por el giro hacia los sectores más dinámicos. Un interrogante tal vez sea ¿Hacia dónde migró esa mano de obra expulsada durante este periodo?, y en el caso particular de las mujeres, luego de ser expulsadas de una industria feminizada, ¿Lograron reinsertarse en otros rubros del mercado laboral o abandonaron sus puestos dedicándose únicamente al trabajo reproductivo? Hacia fines de la década de 1980 y 1990 llegaría el quiebre masivo de empresas textiles en Argentina, en un contexto neoliberal con altos niveles de desempleo.

Conclusiones

En primer lugar, hemos recorrido el derrotero textil entre 1955 y 1959, en un esfuerzo por reconstruir las acciones emprendidas por las fábricas textiles de Zona Oeste, puntualmente en La Matanza, donde destacamos a las dos fábricas más importantes del distrito: Danubio y Textil Oeste. Ello significó un avance en la medida en que los conflictos del periodo son mencionados de manera general en la bibliografía, a la cual hemos sumado mayor detalle del proceso, con eje en la región Oeste.

En segundo lugar, la revisión de fuentes de la prensa comunista, junto con los distintos comunicados de la AOT, así como también las notas de las fracciones opositoras al oficialismo sindical -en determinado contexto- nos han permitido relatar los hechos aquí desarrollados. En ellos evidenciamos el autoritarismo hostil de la dictadura de Aramburu, así como las medidas represivas y antidemocráticas del gobierno semidemocrático de Arturo Frondizi. Hemos podido distinguir estas etapas en la intensificación de un mismo proceso de racionalización de la industria, que castigó a los sectores menos dinámicos vinculados a la industria liviana, pero que también fue acompañado por medidas represivas hacia el movimiento obrero en su conjunto, con el objetivo de disciplinar a la clase trabajadora y frenar sus conquistas laborales.

En tercer lugar, enfatizamos la importancia de analizar el proceso de racionalización desde una perspectiva de género, capaz de registrar el mayor desgaste sobre la fuerza laboral femenina, a causa de la mayor explotación que le impone la doble jornada de trabajo. Por otro lado, hemos rescatado su activismo colectivo en los momentos de lucha obrera, tanto en la resistencia fabril como en el sostenimiento de la huelga, donde lo reproductivo alcanza un lugar primordial desde nuestra lectura.

Por último, hemos contextualizado estos procesos en el marco del estancamiento hacia la década de 1950, seguido de un largo periodo de crisis, motorizado por el giro desarrollista hacia los sectores dinámicos de la industria pesada, lo cual evidenció un posicionamiento obrero defensivo. Aquí le otorgamos relevancia a una característica central del sector: la feminización de su fuerza de trabajo, debido a que la participación femenina alcanzó altos niveles, en un sector en el que percibía menores salarios en comparación con sus pares masculinos. De allí que nos interesamos por la situación femenina, que no solo acepta menores salarios, sino que realiza gratis el trabajo reproductivo del hogar, por ello nos preguntamos ¿Dónde migró esa fuerza laboral femenina expulsada del sector textil en estos años?, tal vez este sea un interrogante a futuro.

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Notas

[1] El primer paréntesis es de la cita.
[2] Las autoras no toman el Censo de 1954 debido a que este no divide al personal por sexo.
[3] El documento corresponde al discurso que debiera ser pronunciado por la militante citada, miembro de la Comisión Provincial del Partido Comunista y responsable femenina, en homenaje al Día Internacional de la Mujer en Dock Sud, y que fuera prohibido por el gobierno interventor de la Provincia de Buenos Aires. Si bien no tiene fecha, por los hechos relatados verificamos que corresponde al año 1957. El mismo no cuenta con numeración de páginas.
[4] Este dato sobre la participación femenina no parece corresponderse con los anteriores citados, sin embargo, lo incorporamos ya que refiere a otra fuente para la segunda mitad de la década de 1950.

Notas de autor

i Licenciada en Ciencia Política, becaria doctoral con sede en el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL-CONICET), Programa Estudios Críticos sobre el Movimiento Obrero. Doctorado en Historia, Universidad de San Martín (IDAES-UNSAM). Correo electrónico: sol.miner@hotmail.com / Orcid: https://orcid.org/0000-0002-5618-2937.

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