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PENSAR EL ESPACIO, PENSAR LOS SUJETOS MIGRANTES. PARA UNA TEORÍA DE LA APROPIACIÓN SUBJETIVA DEL ESPACIO
Argumentos - Revista do Departamento de Ciências Sociais da Unimontes, vol.. 15, núm. 1, 2018
Universidade Estadual de Montes Claros

Dossiê

Argumentos - Revista do Departamento de Ciências Sociais da Unimontes
Universidade Estadual de Montes Claros, Brasil
ISSN: 1806-5627
ISSN-e: 2527-2551
Periodicidade: Semestral
vol. 15, núm. 1, 2018

Recepção: 18 Abril 2018

Aprovação: 02 Junho 2018

Resumo: No importante percurso do campo dos estudos migratórios tem se avançado sobre muitos dos tópicos que tem sido objeto das suas indagações. Contudo, é necessário evidenciar também que a produção apresenta certos desbalanços. Com efeito, a produção científica com orientação ?objetivista? continua sendo mais profusa que a ?subjetivista?; apesar de que esta última é cada vez mais importante. Na prática, isto tem se traduzido em que ainda sabemos pouco, em termos comparativos, respeito ao que acontece no seio na subjetividade do ator migrante (Halfacree, 2004; Arango, 1985). Se afinamos ainda mais o olhar, o que sabemos sobre o modo em que o sujeito migrante se vincula com o espaço, os mecanismos através dos quais o incorpora, o interpreta, lhes confere valor e sentido, etc, é ainda um campo de estudo em formação tanto a nível teórico conceitual, como metodológico. O presente trabalho aponta a contribuir a cobrir parte desta lacuna desde uma perspectiva teórico conceitual, mas partindo das pesquisas realizadas sobre o caso dos migrantes bolivianos do altiplano de origem camponesa província de Tucumán, na Argentina. Se analisam e relacionam, especialmente os conceitos de ?cultura migratória?, ?lugar? e ?território migratório?. Finalmente, o trabalho propõe alguns lineamentos de tipo metodológico para a abordagem destes tópicos.

Palavras-chave: migração, subjetividade, espaço.

Resumen: En el importante recorrido del campo de los estudios migratorios se ha avanzado sobre muchos de los tópicos que han sido objeto de sus indagaciones; sin embargo, es necesario señalar también que la producción presenta ciertos desbalances. En efecto, la producción científica con orientación ?objetivista? sigue siendo más profusa que la ?subjetivista?; aun cuando esta última cada vez es más importante. En los hechos esto se ha traducido en que aun sabemos poco, en términos comparativos, acerca de lo que acontece en el seno de la subjetividad del actor migrante (Halfacree, 2004; Arango, 1985). Si todavía refinamos aun más la mirada, lo que sabemos acerca del modo en que el sujeto migrante se vincula con el espacio, los mecanismos por los cuales lo incorpora, lo interpreta, les otorga valor y sentido, etc. es todavía un campo de estudio en formación tanto teórico conceptual, como metodológico. El presente trabajo apunta a contribuir a cubrir parte de esta vacancia desde lo teórico conceptual, pero tomando como punto de partida las investigaciones realizadas sobre el caso de los migrantes bolivianos del altiplano de origen campesino a la provincia de Tucumán, Argentina. Se analizan, y relacionan, especialmente los conceptos de ?cultura migratoria?, ?lugar? y ?territorio migratorio?. Finalmente, el trabajo propone algunos lineamientos de tipo metodológico para el abordaje de estos tópicos. Palabras clave: migración, subjetividad, espacio. PENSAR O ESPAÇO, PENSAR OS SUJEITOS MIGRANTES. PARA UMA TEORIA DA APROPRIAÇÃO SUBJETIVA DO ESPAÇO

Abstract: In the important journey of the field of migration studies has advanced on many of the topics that have been the subject of their inquiries. However, it is also necessary to point out that production has certain imbalances. In effect, scientific production with an "objectivist" orientation continues to be more profuse than "subjectivist"; even when the latter is increasingly important. In fact, this has translated into that we still know little, in comparative terms, about what happens within the subjectivity of the migrant actor (Halfacree, 2004, Arango, 1985). If we still refine the gaze even more, what we know about the way in which the migrant subject is linked to space, the mechanisms by which it incorporates it, interprets it, gives it value and meaning, etc. it is still a field of study in training, both theoretical and methodological.The present work aims to contribute to cover part of this vacancy from the theoretical conceptual but taking as a starting point the research conducted on the case of Bolivian migrants from the highlands of peasant origin to the province of Tucumán, Argentina. The concepts of "migratory culture", "place" and "migratory territory" are analyzed and related. Finally, the paper proposes some methodological guidelines for addressing these topics.

Keywords: migration, subjectivity, space.

Se sabe que el mundo académico está atravesado por tradiciones y tensiones que pocas veces gusta de reconocer.El campo de las ciencias sociales ha sido terreno fértil para grandes debates epistemológicos desde el instante mismo de su surgimientoen el siglo XIX cuando discutieron ?naturalistas? vs. ?interpretativistas?, ?durkheimianos? con ?diltheynianos?. En la sociología del S. XX se han mantenido viva estas discusiones entre opciones en apariencia dicotómicas y, también, mutuamente excluyentes. Sin embargo, al mismo tiempo, dos de los sociólogos más influyentes del siglo XX, Pierre Bourdieu y Anthony Giddens, han comenzado a atraer los dos extremos de este cordelepistemológico para argumentar, cada uno a su modo, la necesidad de una teoría social que contemple tanto al sujeto de la acción, como a las condiciones estructurales en las que se desarrollan,y reproducen, las prácticas sociales. Por otra parte, del mismo modo, también es conocido que el campo que damos en llamar ?estudios migratorios? está compuesto por investigadores de una procedencia disciplinar sumamente variada y heterogénea, con lo cual estos viejos/nuevos debates repican cada tanto con mayor o menor fuerza en el seno de las discusiones teóricas y epistemológicas entre objetivistas y subjetivistas (Herrera Carassou, 2006; Brettell & Hollifield, 2014).

Por otra parte, un repaso de las aportaciones teóricas producidas hasta la fecha da cuenta de cuestiones interesantes. La primera de ellas es el hecho de que, en términos de volumen, la mayor cantidad de aportaciones son de corte

?cuantitativista?[2], la segunda, es la importancia creciente que vienen cobrando en los últimos treinta años las aportaciones de tipo cualitativo (Halfacree, 2004; Arango, 1985). Probablemente como una consecuencia de esto último, hay en la actualidad un fuerte consenso entre los estudiosos de las migraciones acerca de que las aportaciones realizadas desde la perspectiva cuantitativa, por sí solas, no resultan suficientes para entender todo el proceso. Akerman (1978) a fines de la década de los setenta ya lo había enunciado:

?Without knowing the psychology of the decision to migrate, it is impossible to understand the whole process, and that is why we have to tackle this extremely difficult problem.? (Akerman, 1978: 150)[3]

Años más tarde, Arango (1985), acercaba posiciones en esta dirección:

?Por supuesto, las decisiones de emigrar son siempre subjetivas; por muy objetivas que sean las razones que la motivan, las decisiones de los actores están siempre basadas en sus percepciones de ventajas y desventajas, especialmente por lo que concierne a lo que se espera encontrar en el punto de destino, acerca de lo cual la información acostumbra a ser imperfecta.? (Arango, 1985: 15)

Todo este prolegómeno nos resulta útil para introducir la perspectiva epistemológica a la cual se adhiere en este trabajo. Las indagaciones que persigue este aporte se apoyan en el supuesto epistemológico de que es tan necesario una aproximación hermenéutica sobre el sujeto de la acción migratoria, como contemplar las condiciones estructurales que alientan, y constriñen, su desarrollo y reproducción de la acción de migrar. Pero todavía hay una salvedad más, se trabaja con el supuesto de que el sujeto social despliega sobre el entorno empírico mecanismos de apropiación de éste, basados en esquemas de interpretación y valoración que son de naturaleza cultural (Kaliman & Cheín, 2017).

Las preocupaciones que subyacen a este trabajo giran alrededor del sujeto migrante, en tanto un actor social que se ha convertido con los años en un ?experto? en el control del espacio. En efecto, la biografía del migrante ?habla?de años recorriendo miles de kilómetros, cruzando infinidad de fronteras de todo tipo, conociendo cientos de lugares con características muy disímiles, interactuando con cientos de otros actores, migrantes como él o no, construyendo un ?know how?como gustan de decir los estudiosos. Todo ello mientras, simultáneamente, va moviéndose a través de una red de contactos que le antecede y que, por su parte, también contribuye ocasionalmente a expandir. Pero no sólo echa mano de una red contactos, sino que esos contactos, más o menos cercanos, están ubicados en un mapa entramado de ?lugares? que se conectan entre sí. Con el tiempo, el novel migrante se convierte en un verdadero experto en el control de espacio. De modo que podemos sintetizar que este trabajo pretende avanzar en la construcción de un marco teórico que permita entender el modo en que estos ?expertos? en el control del espacio; los migrantes, han adquirido y desarrollado esta habilidad mediante la incorporación subjetiva de espacio.

El insumo empírico sobre el cual reposan las proposiciones teóricoconceptuales que desarrollaremos en el cuerpo de este texto son los recolectados durante las investigaciones que realizamos sobre el colectivo de migrantes bolivianos campesinos, mayormente de origen potosino, provenientes de la provincia de NorChichas en Bolivia. Las entrevistas se obtuvieron tanto en el lugar de origen de la migración; en Bolivia, como en el destino; Argentina. En Bolivia el trabajo de campo se realizó en comunidades campesinas del Valle de Toropalca en la provincia de NorChichas, departamento Potosíy, en Argentina, en localidades de los departamentos de Lules y Trancas de la provincia de Tucumán. Expuesta esta cuestión, cabe señalar los alcances y limitaciones del conjunto de enunciados asertivos que se desarrollarán a continuación. En efecto, dada la especificidad del caso analizado y utilizado como fuente empírica para construcción de este marco teórico, el alcance de éste, en principio, sólo resultaría útil para dar cuenta del mismo. Sin embargo, animamos a otros investigadores a contrastarlo con otros casos similares de la Argentina y, también, de otras latitudes para poner a prueba el alcance del conjunto de generalizaciones que acá se proponenlo que seguramente contribuirá a mejorar estas modelizaciones.

Aspectos metodológicos

Como se anunció más arriba, los datos empíricos con los que se ha trabajado son los recolectados en distintos trabajos de campo. La información sobre el lugar de origen (Valle de Toropalca, Potosí, Bolivia) ha sido recolectada mediante los viajes de trabajo de campo realizados durante los años 2008 a 2012. Allí se efectuaron treinta y cinco entrevistas a pobladores de las comunidades de Calila, Ckara Ckara, Saropalca, Villa Nueva y Toropalca pueblo, todas pertenecientes al cantón de Toropalca, municipio de Cotagaita, provincia de NorChichas, departamento Potosí en Bolivia.

Entre los entrevistados se encontraban campesinos y campesinas, niños y jóvenes en edad escolar, autoridades originarias y municipales, personal sanitario, propietarios de mina, mineros, docentes y religiosas del pueblo de Toropalca, etc. En cuanto al trabajo de campo realizado en el destino de la migración, el mismo fue realizado durante los años 2000 a 2008 y los años 2015 y 2017 en el municipio de San Isidro de Lules (departamento Lules, provincia de Tucumán, Argentina) y área de influencia, como así también en las localidades de San Pedro de Colalao y zonas aledañas (departamento Trancas, provincia de Tucumán, Argentina). Acá las entrevistas aplicadas en los dos períodos alcanzan el medio centenar. Las personas entrevistadas acá también cubren un amplio y heterogéneo espectro; trabajadores hortícolas (propietarios, productores y peones), miembros de la colectividad boliviana, niños y niñas y jóvenes en edad escolar, miembros de grupos folklóricos musicales y de baile, miembros de la cooperativa de trabajo hortícola boliviana ?6 de agosto?, etc.

Territorios migratorios; los orígenes

Si revisamos la literatura producida acerca del origen de las migraciones encontraremos que el tópico de las condiciones de la migración ha sido objeto de amplio debate (Massey, 1993; Herrera Carassou, 2006; Brettell & Hollifield, 2014). Desde el punto de vista teórico, varios esfuerzos se han concentrado en definir ?objetivamente? cuáles serían aquellos condicionamientos, constatables empíricamente y, de preferencia medibles, que pudieran ser identificados como las ?causas? de todo, o parte, el desencadenamiento del proceso migratorio. Detrás de estas reflexiones, por cierto, está la asunción del modelo ?causalista? de las epistemologías positivistas. En este marco, las condiciones de emigración toman la forma de las ?condiciones iniciales?, reconociéndose en otros casos como parte de la cadena causal del proceso deductivo cuyo efecto final, por supuesto, es la migración.

Sin embargo, se ha anotado repetidamente (Portes, 2001) que estos esfuerzos teóricos no han resultado exitosos, muestra de ello es la flagrante evidencia de que, dada regiones con similares ?condiciones de emigración?, en algunas se produce el fenómeno migratorio, mientras que, en otras, no. De este modo, las predicciones teóricas se cumplen en algunos casos y en otros, no. Como ha señalado Portes, se trata siempre de explicaciones a posteriori del acontecimiento migratorio. Con todo, cabe señalar que estos esfuerzos han sido explicaciones mayormente de tipo macro donde se evalúan las condiciones macroeconómicas y sociales de los países emisores y receptores de la migración internacional (Arango, 2003).

Para el caso de la migración boliviana, una de las debilidades de la producción científica radica en el desbalance flagrante que hay entre lo que sabemos sobre esta migración en sus destinos y lo que sabemos sobre el origen de esta. Si pusiéramos en la balanza la producción científica sobre ambos tópicos quedaría esto ampliamente en evidencia (Zalles Cueto, 2002).Los estudios sobre la migración boliviana que indagaron la misma en sus orígenes no son realmente abundantes (Chirino et al, 2010; Cortes, 2004; Hinojosa Gordonava, 2011; Hinojosa & Cortez, 2000; Dandler & Medeiros, 1991; Rivero Sierra, 2012, 2012b y 2013) en contraposición con aquellas investigaciones realizadas en las geografías de destino de ésta(Trpin & Pizarro, 2017; Benencia, 2017, 2017b; Sassone et al., 2014; Solé, Parella, Petroff, 2014)[4].

Sujeto migrante y cultura migratoria

Como se ha adelantado más arriba, el foco de estas indagaciones está puesto sobre un colectivo de migrantes ?principalmente campesinos- provenientes mayormente del espacio andino boliviano y con destino hacia la Argentina. Se trata de un colectivo perteneciente a una cultura que ha hecho, durante cientos de años, del movimiento espacial la principal de las estrategias de reproducción social (Rivero Sierra, 2008; Rivas, 2007; Hinojosa, 2011) y, de esta manera, ha desarrollado una ?cultura migratoria? (Rivero Sierra, 2012).

En efecto, es la presencia de esta ?cultura migratoria? el principal atributo que nos permitirá distinguir y caracterizar al sujeto migrante objeto de estas indagaciones, de otros tipos de sujetos sociales que se desplazan y de otras formas de movilidad espacial. Efectivamente, aun cuando muchos de los individuos de estas comunidades provengan, a menudo, de lugares distintos de Bolivia se imaginan a sí mismos como parte de un colectivo mayor de personas, que circulan dentro y fuera del país, porque la práctica de la movilidad espacial es una práctica compartida y ampliamente extendida. De hecho, para aproximarse a la comprensión del sentido que tiene la movilidad para estos actores sociales se vuelve necesario comprender que -en el contexto de una ?cultura migratoria?- la movilidad espacial constituye el principal de los recursos con los que cuentan para la reproducción social y, por lo tanto, una de las formas de capital que poseen los migrantes. De modo que la presencia de una ?cultura migratoria? incorporada en la subjetividad de los actores sociales protagonistas de la migración garantiza, también, aunque probablemente en distinto grado, según su desarrollo, el know how de la migración, factor que definitivamente es facilitador de las mismas.

Cultura migratória

Existe cierto consenso entre los estudiosos de los procesos migratorios en que hay, al menos, dos usos generales del término ?cultura migratoria? (Marroni, 1996; Kandel & Massey, 2002). El primero de ellos se refiere fundamentalmente a la cultura del emigrado. Este uso señala a la cultura de un grupo emigrado tal y como se practica en el país hospedante, atendiendo los cambios, continuidades e innovaciones que pudieran tener lugar. El segundo de los usos, por otra parte, hace referencia a las predisposiciones de los miembros de una sociedad determinada a la migración, tanto interna como internacional, motivadas por factores de orden histórico, cultural y socioeconómico (Margolis, 1993). Es sobre este último sentido que nos interesa indagar con más profundidad.

En esta última acepción de la cultura migratoria hay cuatro aspectos que se señalan como característicos: a) la socialización de las personas en un proyecto de vida que implica desplazarse de sus lugares de origen y la información de cómo pueden hacerlo; b) la autoreproducción del proceso; c) la existencia de regiones de origen y destino definidas, y d) las redes que se forman para vincular ambas. La cultura migratoria, en este sentido, es un capital social de raigambre comunitaria, propia de los habitantes de un contexto específico, independientemente de que hayan o no migrado, y de su disposición o rechazo a hacerlo (Marroni, 2006).

El análisis de la cultura migratoria, tal como lo entendemos en este texto, supone el examen de las transformaciones sociales que han tenido -y tienen lugar- en el seno de las comunidades de emigración, por una parte; como resultado de la incorporación generalizada de la práctica migratoria entre sus miembros y, por otra; por la transversalidad con que afecta, tanto a quienes se van, como a quienes se quedan. Es por ello por lo que la ?cultura migratoria? debe ser interpretada en términos de habitus[5] (Bourdieu, 1988; 1991) y donde la acción de la ?movilidad?, como recurso de reproducción social, se ha convertido en la principal forma de capital entre los miembros de estas comunidades. En los que se van, esta cultura migratoria se hace manifiesta de variado modo, por ejemplo, durante el proceso de ?aprendizaje? del know how del acto mismo de migrar. En los que se quedan, por el modo en que muchos de los cursos de acción que éstos adoptan se hallan directamente o indirectamente condicionados, por ejemplo, por ?la ausencia? ?real o potencial- de alguno de sus miembros (Rivero Sierra, 2012).

Espacio

Como se sabe, en sus orígenes, los estudios migratorios han estado dominados mayormente por una mirada de impronta positivista del fenómeno, con lo cual, la concepción del espacio adoptada respondía a los preceptos ?clásicos? de la geografía. En este sentido, el espacio era relevante desde sus aspectos físicos, y también políticos, en la medida en que la migración siempre suponía el traspaso de alguna frontera política. De manera tal, que tanto las perspectivas macro, como aquellas de carácter funcionalista, no consideraban necesaria la incorporación de la perspectiva del migrante al momento de proponer sus explicaciones, resultaba aparentemente obvio que el migrante circulaba al ritmo de la demanda de mano de obra.

En contrapartida, durante al menos los últimos 30 años, las perspectivas micro sobre la migración progresivamente han ganado terreno reclamando sobre la necesidad de reconstruir la mirada del migrante, en tanto actor indiscutible del fenómeno de las migraciones, para contribuir de ese modo a una comprensión más amplia de éstas, en un contexto donde la mirada estructural lo había ?confinado? a un número en una tabla. Aunque quizás no sea necesario, se subraya que el enfoque cualitativo sobre las migraciones no reemplaza al cuantitativo, pero indiscutiblemente contribuye a enriquecer y complejizar las discusiones comprehensivas de las mismas. De manera que el ?giro cualitativo? de los estudios migratorios probablemente deba leerse en estas claves para ampliar su ?productividad?.

El ?espacio?, desde esta perspectiva, es una categoría relevante, no tanto como espacio material per se con cualidades naturales, físicas y económicas, sino como la resultante de una relación inextricable, entre el sujeto migrante y ese espacio, por la cual lo incorpora a su subjetividad mediante mecanismos complejos que lo transforman, lo redefinen, lo apropian y lo re significan para sí. En este sentido, es posiblepensar esta perspectiva en un diálogo con las propuestas por Lefevbre (1974) quien ha demandado, desde el concepto marxista de ?producción?, la construcción de una teoría unitaria del espacio (fi?sico, mental y social),donde el espacio es concebido como un ?producto social? que no se plantea como un mero hecho de la naturaleza modificada, ni como resultado de una cultura, sino como el ?producto? de una segunda naturaleza (la sociedad urbana) entendida como un conjunto de relaciones.

Fronteras

Como afirma Benedetti (2014), el concepto de movilidad resulta indisociable del de frontera. Es por ello que resulta conveniente repasar algunas de las formas posibles de pensar la frontera, no sólo como categoría geográfica política, sino también como una noción simbólica presente, reconocida y/o construida por los sujetos sociales en la medida que una frontera representa siempre un límite de alguna naturaleza. En el marco de los estudios migratorios, cuantiosos antecedentes en el campo de las Ciencias Sociales y Humanas han complejizado esta noción, extendiendo su sentido más allá de su rol como límite interestatal geopolítico. Tal es el caso de Caggiano (2003) quien plantea que ?los efectos de los cruces de fronteras físicas se dan sobre diferentes fronteras simbólicas. Las migraciones internacionales, consecuentemente, pueden generar transformaciones en las fronteras simbólicas nacionales, pero pueden hacerlo también sobre otras fronteras y otros ejes identitarios?. Por parte, Pizarro (2011) considera que es fundamental comprender ?el rol del Estado-nación en el control de [los] desplazamientos a través de la construcción de fronteras geopolíticas y culturales que favorecen intercambios desiguales de bienes, personas y capitales entre los Estados-nación; y, en su rol sobre las tensiones que genera la migración en las nociones de soberanía y ciudadanía. (?)?. Y luego continúa afirmando que ?La frontera se constituye no sólo en una metáfora sino también en una realidad fáctica que distingue entre los ciudadanos y los que no lo son, determinando sus condiciones de vida (Bartolomé 2008, Grimson, 2006, Kearney 2008b).?. Con preocupaciones similares, pero centrada en categorías de justicia y política, Nancy Frazer se pregunta acerca del modo en que el establecimiento de los límites de lo político y la justicia desde el estado se manifiestan de manera dispar, acorde a una determinada pertenencia social y según criterios de inclusión/exclusión de la comunidad, delineando de esta manera nuevas fronteras.

El concepto de territorio migratório

El concepto de territorio migratorio parece particularmente fértil para articular buena parte de las discusiones y preocupaciones teóricas antes expuestas de modo productivo. Sin embargo, una revisión de la literatura disponible acerca del concepto revela tres cuestiones. La primera de ellas es que existen más menciones al concepto, que desarrollos teórico-conceptuales en un sentido estricto. La segunda es que, en ocasiones, el concepto se emplea como equivalente al de transnacionalismo. Y, finalmente, la tercera es que se percibe una escasez de propuestas metodológicas que vayan más allá de su empleo a modo de descripción del fenómeno migratorio.

De modo que conviene, antes de realizar nuestra propuesta, revisar el concepto y el modo en que se lo ha venido empleando para el estudio de las migraciones. Originalmente, Laurent Faret (2001) propone el concepto de territorio migratorio en una ponencia presentada en Toulouse. De este lado del continente, probablemente sea la investigadora mexicana Sara Lara Flores (Lara Flores, 2006,

2010, 2012, 2012b) quien más ha popularizado el concepto de Laurent, especialmente en sus investigaciones acerca de los jornaleros del noroeste de México. También el investigador italiano Mirko Marzadro ha indagado alrededor de este concepto, aun cuando el sentido con el que trabajó fue más dirección al concepto de transnacionalismo. Los estudios Marzadro (2009) se han orientaron a la dinámica de los bolivianos de Cochabamba emigrados hacia Bérgamo (Italia). También Maria A. Moraes Silva y Marilda Menezes (2012) han trabajado sobre los aspectos más subjetivos a través de las historias orales de los trabajadores migrantes de Paraíba y de Minas Gerais con destino a localidades de Sao Paulo.

Lara Flores resume los aspectos centrales del concepto ?territorio migratorio? de Faret de esta manera:

?De acuerdo con Faret (2001), el conjunto de lugares reales y aquellos que están en el imaginario, forman parte de un ?territorio migratorio?. (?) En sus ires y venires por los distintos lugares por donde han circulado se va construyendo esta relación con el espacio, basada en hechos que se vuelven significativos, como por ejemplo: quién es el contratista que les dio un mejor trato, qué patrón les paga lo acordado, qué campos son en los que se puede ganar mejor, en qué campamentos se puede vivir menos peor, en qué lugares conviene más llegar, a qué otros lugares se puede ir a trabajar desde allí, o en qué lugar hay posibilidades de quedarse.? (Lara Flores: 2006).

De acuerdo con Faret, el conjunto de lugares que componen un territorio migratorio no son puntos aislados, aun si geográficamente se encuentran dispersos. Es tanto lo que liga a esos lugares como los lugares mismos. Si acordamos con la propuesta de Faret, retomada por Lara Flores, los ?territorios migratorios? construidos en la subjetividad del migrante se emplazan a través de una relación particular con el espacio, donde los hitos son marcados por hechos significantes para el sujeto. Las fronteras estatales que atraviesa el migrante, en su ?ir y venir?, son relevantes en la medida en que pueden ser resignificadas en términos de ?obstáculos y oportunidades? y forman parte de la construcción de la decisión migratoria.

Faret, reseña Lara Flores (2006), plantea que los grupos con intensa movilidad ponen en práctica estrategias residenciales que contribuyen a una calificación relativa atribuida a los lugares, produciendo prácticas y reconocimientos colectivos. Son estrategias basadas en lógicas que permiten sacar ventaja de las desigualdades espaciales, en donde a cada lugar se le atribuye una ?utilización? potencial en función de una cierta cantidad de información heterogénea, donde se combinan datos factuales, percepciones, grados de accesibilidad física y también social y simbólica a ellos. Se trata, dice, de una calificación de los lugares, incluso antes de ser vividos. Una significación que no es individual, sino que resulta de procesos colectivos de asignación de sentido.

Efectuadas estas precisiones podemos decir que el ?territorio migratorio? es el conjunto de lugares ?reales o imaginarios- incorporados en la subjetividad del sujeto migrante mediante mecanismos sensóreos, cognitivos y emocionales que le dan forma al modo en que éste se representa e interpreta el espacio y sus características materiales y simbólicas en el ?ir y venir? a través de él. Es un territorio porque implica algún grado de apropiación y/o de control -los que pueden ser muy variables- sobre el mismo por parte del sujeto migrante. Se trata de una construcción compleja y heterogénea que puede incorporar espacios distantes a cientos de kilómetros como parte del territorio y dejar afuera lugares apenas distantes a metros del lugar de residencia. Al ser la movilidad espacial el principal recurso con el que cuenta el migrante; el conocimiento, control y expansión de este territorio resultan claves. Algunos autores, como Tarrius (2000), hablan de la interconexión de territorios migratorios de grupos diferentes que contribuyen a catalizar de estos procesos. Se trata de un espacio articulado por la práctica de la movilidad espacial sostenida en el tiempo. Los límites de dicho territorio pueden, o no, tener límites que coincidan con las circunscripciones político-administrativas (una frontera nacional, provincial o comunal) y, a la vez, contener otro tipo de fronteras de otra naturaleza (simbólica o imaginada) como una avenida o un puesto de peaje en una ruta.

Lugares y territorio migratório

De manera muy pronunciada a partir de la década de 1980, en el seno campo de la geografía se ha iniciado una discusión en torno a la necesidad de dotar al concepto de ?espacio? de una impronta sociológica más clara. Como lo ha señalado Lois (2010), varios autores como Merrifield (1993), Giddens (1981) y, especialmente, Agnew (1984, 1987), han trabajado en esta dirección.

Muchas de las líneas de investigación de la geografía humana se han actualizado a través de la discusión de los conceptos lugar, localidad o región. Las consecuencias de estas discusiones pueden apreciarse en la apertura de diferentes líneas de trabajo: así, en la historización de los procesos que intervienen en la constitución de una región, el espacio deja de ser un mero contenedor, escenario inmutable de las relaciones y procesos sociales, políticos y económicos para participar activamente en su constitución y significación. Frente al enfoque estático de la geografía regional ortodoxa, centrada en el estudio de las relaciones entre la sociedad y el medio en un área delimitada, comienzan a considerarse procesos que tiene lugar fuera de esta área (Lois, 2010).

El Lugar, resume Lois (2010), tal y como se propone desde la perspectiva de Lugar, sería el contexto, histórica y espacialmente constituido, ?donde la agencia interpela a la estructura social? (Agnew 1987:43). Es el propio proceso de estructuración geográfica de la vida social, donde las identificaciones y las preferencias políticas adquieren un significado concreto. Más que un concepto ubicacional-es decir, una referencia concreta a un escenario geográfico donde transcurre el comportamiento político y social- es donde las acciones sociales y políticas tienen lugar, es un proceso que dota de sentido a ese comportamiento. La reproducción y transformación de las relaciones sociales acontecen en algún sitio: en los Lugares. Este concepto tendría tres dimensiones, o elementos:

- La ?localidad, espacio local o escenario? (locale), o el marco en el que se constituyen las relaciones sociales en la vida diaria, en el que las personas entran, salen, se cruzan, tanto formal (institucional) como informalmente (centros de ocio, espacios públicos etc.). Esto no incluiría sólo y a todos los escenarios físicos en los que ocurre la interacción social, sino que implica la vivencia rutinaria de esos escenarios.

- La ?ubicación o localización? (location), o el área donde se ubica el espacio local, caracterizada por el impacto específico de procesos económicos y sociales que opera en una escala más amplia: ?Un lugar es uno entre varios y está sujeto a la influencia de ellos, y la vida social de un lugar es también parte de la vida de un Estado y de la economía-mundo? (Agnew, 1987: 231).

- Y, por otro lado, la dimensión de la estructura del sentimiento local o comunidad de destino, o el sentimiento específico que se deriva de la experiencia cotidiana de un lugar, lo que se denomina ?el sentido de Lugar?. Ésta sería la dimensión más subjetiva, producida por las vivencias en un lugar determinado, por las formas individuales y colectivas de percepción de la vida social: ?Un sentido de Lugar particular modela las relaciones sociales e interacciones de la localidad (y viceversa), y ambos elementos están influenciados por las estructuras políticas y económicas más amplias y las formas en que éstas están visiblemente expresadas y manifestadas en la ubicación? (Oslender, 2002: 7).

El Lugar, entonces, sería el elemento central geosociológico, estructurado por las condiciones de su ubicación, ocasionando un sentido del lugar propio que se extendería, en ocasiones, a la localidad, escenario o espacio local, siendo estas tres dimensiones (o momentos) absolutamente complementarias. Es a través de su interacción y relación dialéctica como se forman y conforman relaciones sociales y universos políticos: ?El Lugar es algo más que la vivencia de la vida cotidiana. Es el ?momento? en el que lo concebido, lo percibido y lo vivido adquieren una cierta coherencia estructurada? (Merrifield, 1993:525; el énfasis es del autor).

Desde la geografía humanista, el geógrafo Yi Fu Tuán proponía pensar el lugar como:

(?) el lugar es una clase especial de objeto cargado de significados que existe en diferentes escalas; un rincón, la casa, una esquina, el barrio, la región, el país o el planeta, son lugares en donde se materializa el acto de vivir en el mundo (?) es una entidad geométrica abstracta definida por lugares y objetos; es una red de lugares y objetos que las personas pueden experimentar directamente a través del movimiento y el desplazamiento, del sentido de dirección, de la localización relativa de objetos y lugares, y de la distancia y la expansión que los separa y los relaciona. (Tuán, 1976).

La conformación del ?territorio migratorio? es, entonces, una construcción por la cual el migrante vincula entre sí un conjunto de ?lugares? ?reales o imaginarios- en el sentido definido precedentemente ?como ?sentido de lugar?-, cargados de significados. Esta construcción, generalmente en expansión, se nutre básicamente de dos fuentes de información; la experiencia personal y el relato de otros migrantes. En el caso de los campesinos bolivianos éstos suelen tener las primeras noticias de un ?exterior? en las propias comunidades de origen por el relato de quienes ya han emigrado antes, por ejemplo.

En efecto, los llamados ?viajes de visita? que realizan periódicamente los campesinos bolivianos, desde la Argentina hacia sus lugares de origen, juegan un papel central en estos procesos de configuración del ?territorio migratorio?. Es el caso de lo que cuenta Mario Mallón acerca de la impresión que tuvo cuando quienes habían emigrado regresaron a su Toropalca natal:

?mi dicen en Argentina está mejor, se gana así, en tres meses? y podés venir, y los que llegaban venían bien vestidos, no tan bien bien, pero con plata pa? la fiesta de Misurkia quince que le llaman, quince de agosto, ehh?!!!, una barbaridad?!!!, estaban ellos tomando, tenían zapatos, le digo ?vamos a la Argentina?.(?) entonces al verlos a ellos, yo digo ?vamos, llevenmé??. (Mario M., Toropalca, Potosí. Actualmente radicado en Lules, Tucumán. 2004).

En el caso de la Dra. Severyns de origen belga, radicada por casi cincuenta años en el pueblo de Toropalca, muestra la impresión que le provocaba el regreso de las ?visitas?; originarios del mismo pueblo, pero radicados hace muchos años en la Argentina:

?muchos de los guaguas que yo he hecho vivir en el 70 [en su condición de médica][6], se han ido, vienen cada diez años, así, a visitar a sus viejitos? y otros llevan sus padres ancianos también a Argentina. Y después vienen así? con autos, y bien vestidos, gordos y con regalos? y tienen así buen aspecto de buena salud y son alegres, viene de turistas, ellos mismos lo dicen. (Dra. Severyns, Toropalca, Potosí. 2009).

De mi casa yo he venido, Cruce Macha es un pueblo, ahí hay ferias todos los sábados. Yo vine a comprar un equipo grabador, radio y ahí estaban mis amigos, ?vamos a Argentina?, me han dicho, mentira, les digo. Verdad, me dicen, vamos. Y yo tenía plata. Era año 2003, $100 valían como 250 bolivianos. Vamos, me dicen, se gana lindo. Y me vine con ellos a la Argentina. (Entrevista a Roberto Rojas, Chayanta, Potosí. Actualmente radicado en Trancas, Tucumán. 2017).

Quienes todavía no han emprendido procesos de movilidad internacional acceden, desde el relato de las ?visitas?, a información tales como los lugares que son buenos para trabajar, el tipo de actividades que pueden realizar, la valoración de los empleadores, las expectativas de salario y formas de pago, condiciones de trabajo, etc. Generalmente es por esta vía que se anotician de la existencia de un extenso espacio de circulación en el territorio argentino organizado al compás de los ciclos de cultivo y cosechas.

Al comienzo de su experiencia como migrante, este espacio es concebido tan borroso, como imaginado. En efecto, ?la Argentina? es construido en un comienzo como un lugar tan prometedor, como extenso y difuso. Se trata, mayormente, de un espacio construido durante décadas al compás de las demandas de mano de obra de las economías regionales ligadas a la cosecha y cultivo manual de la producción tales como; el tabaco, la caña de azúcar, frutas, hortalizas, etc[7]. Los ex migrantes suelen recordar varios detalles de la experiencia de cruzar la frontera internacional por primera vez.

O: -¿Y cómo se iba para allá antes?

E: -¡Todos iban a pie desde acá, una semana de caminata o más era pues! Yo también dos veces he caminado, de la Quiaca hasta Tilcara. A pie, tres días de caminata, sin dormir, día y noche. ¡Lejos es! Lejos es... Dos o tres veces he ido así, a pie. Yo no sabía, me han llevado los amigos. "Vamos a pie porque piden documentos" diciendo eso me han llevado. Después cuando ya iba al colegio me saqué un pasaporte. Sí, con eso tranquilo salía. Yo no sabía, yo pensé que así nomás era el viaje. O: -¿Y por dónde pasaban?

E: -Por la Quiaca de noche, no sé por dónde nos hacían pasar, no me acuerdo... Los gendarmes estaban roncando y nosotros por otro ladito sabíamos pasar8 (risas). (Félix Chincha, 64 años, Calila, Cantón de Toropalca, Potosí. 2009).

- En principio [hacía] viajes aquí al interior [de Bolivia]. Después cuando terminé el 8vo de la primaria, viendo que muchos jóvenes se iban al exterior, más propiamente dicho, a la Argentina. ¡Llegaban, vestían bien, hablaban castellano, porque nosotros somos quechuas, entonces me gustó! Mis amigos me decían: "estás perdiendo tiempo en el estudio, allá [por Argentina[8]] es así..." (Primo Llanaje Pelado, Toropalca, Potosí, 2009).

Un importante motor para impulsar la migración entre los bolivianos bajo estudio es lo que hemos definido como ?sentimiento de privación relativa? (Rivero Sierra, 2015) por el cual un individuo, o una familia, ?sienten? que carecen de bienes materiales o simbólicos- comunes en otros individuos y familias de un grupo de referencia con el cual se sienten identificados y que se encuentran radicados fuera de Bolivia, en este caso, miembros de la misma comunidad. Sin abundar en mayor detalle, puede decirse que el ?sentimiento de privación relativa? pone de manifiesto la importancia que tienen los esquemas de interpretación y valoración con los cuales opera la subjetividad en la manera en que los actores sociales van construyendo la decisión de migrar (Rivero Sierra, 2015). De manera que la movilidad espacial de estos actores puede ser interpretada como un recurso para poder reducir ese sentimiento de privación, ya que la Argentina, como espacio amplio, es representada como contenedora de ?nichos? de oportunidad laboral, en este caso rurales. Con el tiempo, y en la medida que el trabajador empieza a incorporarse a este circuito de trabajo temporal, el carácter imaginado de estos lugares va dejando paso a representaciones que toman como referencia las propias experiencias, el espacio, imaginado y construido por los relatos, va dejando lugar al espacio concreto, construido esta vez por información empírica más cercana al sujeto. Los atributos que se le adjudican a los distintos lugares también se van reformulando.

Atributos del lugar

La atribución de propiedades a un determinado lugar es una de las partes más importantes en este proceso de construcción de territorios migratorios. Algunos autores, como Faret (2001) y Lara Flores (2012), sugieren que la movilidad puede ser vista como articulación de lógicas en las cuales el objetivo es el de sacar ventaja de las desigualdades espaciales. Es jugar sobre el espacio, en donde cada punto tiene atributos a partir de propiedades objetivas, así como de significaciones subjetivas. Desde el punto de vista epistemológico, la asignación y/o el reconocimiento de atributos a un lugar por parte del migrante, da cuenta del despliegue de la subjetividad sobre el espacio a través de estas operaciones cognitivas, sensitivas y emocionales. Ahora bien, tales atributos pueden ser muy heterogéneos y proceder de distintas fuentes. Taxonómicamente, podemos plantear cinco tipos de atributos distinguibles analíticamente: simbólicos, materiales, funcionales, afectivos/sentimentales y valorativos.

Los atributos simbólicos son aquellas propiedades de carácter simbólico, generalmente difusas, que el sujeto migrante reconoce como tales desde el punto de vista cognitivo. Por ejemplo; una frontera. La frontera, entendida como un límite espacial, real o imaginario, es un claro ejemplo de este tipo de atributos. Tales delimitaciones pueden ser fijas o pueden ser una frontera por un tiempo y, luego, dejar de serlo. Las fronteras internacionales, aunque en distintos momentos puedan ser más o menos permeables, son un ejemplo del tipo de fronteras cuya existencia es independiente del sujeto migrante. Ahora bien, un puesto de control sobre una ruta que une la quinta de un horticultor boliviano donde producen, con el mercado distribuidor, bien puede convertirse en una frontera -en particular cuando los agentes de control abusan de los productores pidiéndoles pagos indebidos, aprovechándose de la situación tributaria irregular ante el fisco argentino-. En ese caso, cada vez que el productor tiene que pasar por ese control, el mismo se representa en la subjetividad como ?un peaje? porque sabe que hay que pagar quinientos pesos a los gendarmes para poder seguir circulando. Ahora bien, una vez que los productores consiguieron regularizar su situación tributaria, los gendarmes ya no pudieron seguir cobrándoles ilegalmente, con lo cual, el ?peaje? como frontera, desapareció.

En otros casos, algunas fronteras sólo tienen existencia en la subjetividad, como es el caso de Julián Grove quién imaginariamente trazó una frontera a través de un accidente geográfico como el río en una pequeña ciudad del interior de Tucumán (Argentina); Lules, donde hay una gran cantidad de inmigrantes bolivianos.

- Mire cómo es, yo me ponía a pensar, no es muy conveniente estar muy encerrado, porque yo no conocía Lules, del río para allá no conocía, del río para aquí si conocía todo. Mire cómo era? (Julián Grove, 30 años, Potosí, actualmente radicado en Lules y Trancas, 2017).

Los atributos materiales están vinculados generalmente con las características físicas del lugar tales como los puestos de frontera (en la medida de que hay construcciones, retenes, etc.), las propiedades de la tierra (húmedas, secas, fértiles, etc.), los cursos de agua, las formas y vías de acceso, la urbanización, etc. Por supuesto, la existencia de este tipo de atributos es independiente de la mirada del sujeto migrante, aunque no por eso dejan de ser evaluados en la subjetividad como ya veremos más adelante.

O: - Cuando vos has pasado la frontera, el lugar, qué impresión te ha dado cuando vos lo has visto por primera vez. ¿Qué te ha parecido el lugar, las personas, el trato de la gente??

E: - Hay mucha vicuña, de noche; miedo, dormíamos donde sea. Por el desierto veníamos, no hay agua, había pocitos para la vaca, bien sucia el agua, llena de caca de vaca, llena de gusanos. Teníamos sed, agarramos un bidón, poníamos ropa y hacíamos como colador, todos los gusanos quedaban en la ropa, eso tomábamos. (Roberto Rojas, 34 años, Cruce Macha (Potosí), radicado en Trancas-Tucumán, 2017).

Lo que el relato Roberto trae a la memoria, y pone en discurso, no es la frontera en sí, como límite, sino una descripción del lado argentino de la frontera en el altiplano de la provincia de Jujuy. Los elementos empíricos del lugar le sirven de anclaje para repasar su experiencia en ese paso fronterizo como indocumentado. El discurso señala algunos atributos materiales del lugar y los pone en relación con un sentimiento; ?miedo?.

Los atributos funcionales son aquellos por los cuales el migrante le otorga determinada función a un lugar determinado, tales como ?donde está la casa?, ?donde está el trabajo?, ?donde se va a pasar las fiestas?, etc. El tipo y número de funciones que el sujeto puede concebir para a un conjunto de lugares puede ser muy variado.

El Chapare es zona donde hay mucho trabajo digamo. (Roberto Mamaní, 42 años, Chayanta, radicado en Trancas Tucumán, 2017).

Los atributos afectivos/sentimentales, por otra parte, son de un orden estrictamente subjetivo. Se corresponden con el modo en el que el sujeto se relaciona desde lo emocional con el espacio. Los sentimientos de pertenencia y ajenidad a un lugar, los de rechazo, de seguridad e inseguridad, de tristeza, alegría, etc., son ejemplos de ello. Por supuesto, estos atributos dependen en gran medida del tipo de experiencias que ha desplegado el sujeto en un determinado lugar. Una campesina toropalqueña relató en una entrevista que, estando viviendo en Tucumán, un hijo que tenía se enfermó mucho por el fuerte calor reinante. Tal fue la gravedad de la enfermedad que lamentablemente su hijo murió. Este evento ha hecho que relacione a Tucumán como un lugar de profunda tristeza, por los acontecimientos relatados, y es el argumento por el cual no sólo quiso irse de Tucumán, sino que tampoco regresó nunca más.

Los atributos valorativos, finalmente, son aquellos por los cuales el sujeto sintetiza una evaluación global de un conjunto amplio de factores entre los cuales, por supuesto, están los distintos atributos que hemos mencionado. En el discurso generalmente toma la forma de ?tal lugar es buen lugar para trabajar?, ?tal otro es bueno para trabajar, pero no para vivir?, etc. Generalmente se relacionan con sus proyectos y expectativas de vida.

Vías de incorporación del lugar. Lo cognitivo, lo emocional, los sentidos

Como ocurre en general con los procesos de subjetivación, la manera en que el sujeto incorpora el espacio es por cierto compleja. Sin negar esta dificultad, consideramos que es posible avanzar en su estudio a partir de algunas premisas epistemológicas. En primer lugar, como hemos propuesto más arriba, que el sujeto incorpora el espacio a partir de la subjetivación de propiedad materiales y simbólicas mediante mecanismos de interpretación y valoración que están modelados en alguna medida por los procesos sociales y culturales de los que proviene. A su vez, que la ?imaginación? y la ?experiencia? concreta sobre un determinado espacio juegan un papel importante en estos procesos; en la medida que la imaginación del espacio es sumamente importante, tanto en los procesos de toma decisión de migrar, como en los procesos por los cuales el sujeto despliega sentidos de pertenencia y de territorialidad sobre un espacio determinado mediante experiencias y vivencias concretas del espacio. En segundo lugar, es posible reconstruir ese proceso mediante el empleo de técnicas de recolección de datos tales como distintas modalidades de la entrevista. Ahora bien, es posible reconocer en el discurso registrado en las entrevistas ciertos indicadores, no muy empleados en el análisis, pero que pueden ser muy reveladores en la significación que encierran, tales son los sentidos, como lo propone Tuán (1976).

(?) la experiencia o conocimiento del espacio, involucra directa o indirectamente a todos los sentidos y no se reduce a la visión, se siente con todos los sentidos (?) el gusto, el olfato, el oído y la sensibilidad de la piel, si bien no permiten una experiencia espacial directa, en combinación con las facultades espacializantes de la vista y el tacto, enriquecen nuestra aprehensión del carácter espacial y geométrico del mundo. (Tuán, 1976).

En esa dirección, Rodríguez (2015) recorriendo los escritos de Tuán, nos recuerda que la inclusión de los sentidos en el estudio del espacio, a partir del afecto o rechazo por los lugares, plantea que la experiencia del espacio está mediada por una dimensión sensorial formada por los sentidos y una dimensión simbólica, donde emanan nociones estructurantes del espacio como la amplitud y la vastedad recreadas por la mente, por cuanto ésta extrapola más allá de la mera experiencia sensorial.

?Senda D? era un Pueblo chico y ? a vece? había poco transporte, no había, en ese tiempo, no había mucho transporte, digamo?, vehículo, era muy escaso los vehículo? en ese tiempo. Sí, y era un lugar lindo ¿no? Es un lugar vos sabes que es trópico digamo?, todo trópico, vo has visto lo que es un lugar Trópico, mucho arbole, es lindo, digamo?. Mucho calor eso sí, el calor sí, el calor, pero después para trabajar, hay trabajo, digamo?, ahí no falta trabajo, no falta trabajo, hay trabajo, yyy bueno, pa? vivir. (Roberto Mamaní, 42 años, Chayanta, radicado en Trancas Tucumán, 2017)

Este fragmento muestra cómo el calor, capturado por los sentidos, es el anclaje que vuelve a estructurar los recuerdos alrededor de un lugar y termina encausando el discurso hacia una conclusión; ?bueno pa vivir?. Recordemos, también, a don Félix Chincha quien recordaba el ronquido de los gendarmes al momento de cruzar la frontera por primera vez.

Temporalidad y Espacio

La forma en que tiempo y espacio se vinculan en la subjetividad de los migrantes campesinos de Bolivia bajo estudio merece consideraciones particulares. Aunque muy probablemente no de manera exclusiva, el caso de los migrantes campesinos de las zonas andinas de Bolivia revela la importancia del inextricable vínculo entre espacio y tiempo. El caso de las festividades es una elocuente muestra de ello. Podríamos generalizar que tanto el trabajo en la tierra, como las festividades se materializan en coordenadas témporo-espaciales definidas, en algún punto, marcan el ritmo de vida de estos campesinos y, claramente, son anclajes y puntos de referencia. Por ello es frecuente que para dar cuenta de actividades o movimientos se use éstas como punto de referencia.

O: - ¿qué más te acordas de ahí?¿qué hacían a la noche, por ejemplo, con qué pasaban el tiempo??

E: - había fiestas de noche. El 3 de mayo hay, es costumbre, es como una tradición, pero no termina el 3 de mayo, sigue y sigue. Yo volvía a mi casa para las fiestas.

E: Después [también] volvía al pueblo [Chacarane en Potosí] a mi casa, hay campeonatos en agosto, todos los años hace los campeonatos en agosto para el 6. Ahora voy, el martes creo que me voy. Ayer quería ir ahora, pero tenía que curar la lechuguita [aplicar agroquímicos a la huerta]. (Roberto Rojas, 34 años, Chacarane Potosí-, actualmente radicado en Trancas, 2017).

Este fragmento de entrevista de Roberto Rojas da cuenta de cómo las fiestas y el fútbol funcionan como coordenadas témporo espaciales; 3 de mayo fiesta en Chacarane (Potosí, Bolivia) 6 de agosto campeonato de fútbol en el mismo lugar. Dos indicadores nos muestran que este lugar debe ser incluido en la reconstrucción del territorio migratorio de Roberto; la recurrencia del regreso al pueblo hasta el presente y el uso del posesivo en ?mi casa? para referirse al hogar de los padres de él en Chacarane.

Por otra parte, el espacio que controlan muchos de los horticultores bolivianos en la provincia de Tucumán alterna entre dos espacios geográficos distintos para el trabajo hortícola; Lules y Trancas. La escasez de tierras para la producción, la escasa tecnología, etc. obligan a muchos de estos trabajadores a alternar entre ambos espacios para poder producir ?el año redondo?. Es el caso de Julián Grove cuyo territorio migratorio se construye sobre estos dos espacios y al ritmo de los ciclos de siembra/cosecha. También acá hay un anclaje témporo espacial pero esta vez vinculado con los ciclos de trabajo uno dentro de la provincia de Tucumán y el segundo en la Argentina entre provincias distintas.

Ese ritmo voy a llevar ahora, esa forma de trabajar ese círculo de estar aquí, terminar, me voy allá. Ese círculo llevaba mi padre, ponía tomate aquí se iba allá, terminaba, se venía para aquí. (Grove Julián, 30 años, Potosí, actualmente radicado en Lules y Trancas, 2017).

Yo venía en abril, claro en Neuquén terminaba la temporada en abril, y salíamos para allá. En julio volvía para acá a Tucumán, porque ahí nomás yo venía para el limón. Sí, un amigo me ha dicho en Neuquén que hay una cosecha de limón, [en] Nogales (Tucumán) ahí he venido. (Pilco Julián, 42 años, Yura, Potosí, actualmente radicado en Trancas, 2017).

El siguiente cuadro resume lo expuesto hasta acá en cuanto a los atributos de lugar se refiere:




Conclusiones provisorias

Hemos desarrollado con cierta precisión una modelización que articula varios conceptos nodales que permiten pensar el ?territorio migratorio?, no sólo como un concepto, sino como un modelo a través del cual estudiar las migraciones internacionales desde su dimensión más subjetiva. En este sentido, consideramos que el trabajo avanza más allá del concepto original de territorio migratorio para acercarlo más una modelización teórica al incorporar, tanto la génesis del territorio migratorio a través de la articulación con el concepto de cultura migratoria, como precisiones acerca del modo en que los atributos de lugar participan de la toma de decisiones por parte del migrante. Del mismo modo, la noción de lugar, incluida en la definición original de territorio migratorio, adolecía de una formulación conceptual precisa y también de un marco teórico de referencia. Para subsanar ese problema se trabajó particularmente el ?lugar? como concepto a partir de las propuestas de la geografía humanista y de la geografía de la percepción y el comportamiento.

La aplicación de este modelo para el caso de los toropalqueños, aunque incompleto por obvias razones de espacio disponible, permite vislumbrar el potencial heurístico del modelo. En esta dirección, puede apreciarse el relieve que cobran aquellos indicadores empíricos -presentes en las entrevistas- que apuntan hacia los sentimientos y las percepciones sensoriales en donde cristalizan los esfuerzos de los actores sociales por incorporar el espacio en la subjetividad.

Por otra parte, situar la génesis de la acción de migrar, en tanto práctica, en el seno de una cultura migratoria permite comprender la migración, no sólo como una acción determinada, sino como un habitus compartido social y culturalmente entre los toropalqueños. En la misma dirección, la asunción de la premisa anterior nos permite interrogarnos acerca de las condiciones históricas y sociales que permitieron la reproducción de la práctica migratoria. Pensar los territorios migratorios no sólo como un concepto, sino como un modelo significa en alguna medida retomar los esfuerzos por comprender el fenómeno de las migraciones de una manera integrada.

En menor medida, por un problema de extensión, hemos desarrollado algunos aspectos metodológicos que podrían ser útiles para el estudio del modo en que se construye los ?territorios migratorios? en migrantes campesinos procedentes de la zona andina Bolivia hacia la Argentina. La acción de migrar como recurso, la presencia de una ?cultura migratoria? acendrada y el anclaje de los cursos de acción en determinadas coordenadas témporo espaciales vinculadas a las festividades y a las cosechas, parecen ser tópicos nodales para comprender el modo en que se construye en las subjetividades de estos actores sociales los territorios migratorios. En efecto, el modelo se vale, tanto de información teórica conceptual sobre estos casos, como de información empírica recolectada a lo largo de más diez años sobre el caso de los toropalqueños emigrados a la Argentina. Es por ello por lo que esta modelización, aun en desarrollo, le debe su precisión -y sus limitaciones- al caso de estudio mencionado. Sin embargo, animamos a los colegas del campo de los estudios migratorios a emplear esta modelización para sus propios casos de estudio en la convicción de que, por una parte; redundará en productivamente en nuevas reformulaciones -seguramente necesarias- al modelo como, por otra; permitirá el abordaje de dimensiones cualitativas sobre el fenómeno migratorio escasamente abordadas como es el caso de los mecanismos de incorporación subjetiva del espacio por parte de los actores migrantes.

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Notas

[1] Fulvio Rivero Sierra (UNT/CONICET/INVELEC) é professor na Universidad Nacional de Tucumán e investigador do Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
[2] En relación a esta cuestión, Arango (1985: 10), reflexionaba: ?Quizá en el caso de las migraciones es más claro que lo que medimos está profundamente condicionado por las fuentes disponibles, y en particular por las definiciones que se adoptan para la confección de éstas.?
[4] La lista es sin dudas mucho más extensa, las producciones citadas son sólo algunas pocas de ellas a título ilustrativo.
[5] El habitus "(...) se define como un sistema de disposiciones durables y transferibles ?estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes- que integran todas las experiencias pasadas y funciona en cada momento como matriz estructurante de las percepciones, las apreciaciones y las acciones de los agentes de cara a una coyuntura o acontecimiento y que él contribuye a producir". (Bourdieu, 1988: 54).
[6] Entre corchetes míos.
[7] Una descripción detallada de la evolución de la inmigración boliviana en Sassone, S. M., & Cortés, G. (2014). 8 El escaso espacio con el que contamos nos impide profundizar en algo que sólo mencionaremos; el modo en que las tecnologías de la comunicación fueron modificando, con el correr de los años, ese conocimiento imaginado de la Argentina como espacio entre los no migrante o futuros migrantes. Sin dudas que estas tecnologías han modificado considerablemente la forma de ?imaginar? ese territorio desconocido desde la experiencia personal a través de las imágenes y videos, cada más vez más accesibles, para estas poblaciones vía internet y los Smartphone, por ejemplo.
[8] Entre corchetes, míos.


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