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Fútbol, pasión y política en los hinchas militantes del Club Atlético River Plate
Futebol, paixão e política na torcida militante do Club Atlético River Plate
Soccer, passion and politics in the militant fans of Club Atlético River Plate
Argumentos - Revista do Departamento de Ciências Sociais da Unimontes, vol.. 18, núm. 2, 2021
Universidade Estadual de Montes Claros

Dossiê

Argumentos - Revista do Departamento de Ciências Sociais da Unimontes
Universidade Estadual de Montes Claros, Brasil
ISSN: 2527-2551
ISSN-e: 1806-5627
Periodicidad: Semestral
vol. 18, núm. 2, 2021

Recepción: 01 Abril 2021

Aprobación: 22 Mayo 2021


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Resumen: El artículo resume un estudio de caso, el de las prácticas de un grupo de hinchas militantes del Club Atlético River Plate entre los años 1996 y 2013, con el objetivo de conocer respecto de sus sentidos y motivaciones centralmente en dos dimensiones, las de tipo emotivas y las de carácter políticas. Se aborda el caso en un doble nivel: el sentido emotivo, relacionado a sus acciones los días de partido de fútbol del primer equipo -principalmente en la llamada fiesta en la tribuna, en la voz nativa-, y en segundo término, desde el pasaje de algunos de estos hinchas de fútbol a la militancia institucional y política en el club, para ir constituyéndose en actores políticos del mismo. El desarrollo profundiza en el modelo tradicional de los clubes en Argentina en tanto asociaciones civiles sin fines de lucro, como parte del capital social y la sociabilidad, y en las particularidades históricas, políticas e institucionales del Club Atlético River Plate, para describir y analizar la militancia futbolera de estos hinchas a partir de su hinchismo y pertenencia a la cultura de aguante y, desde allí, hacia la arena política agrupacional del club. El proceso desarrolla una serie de especificidades con relación a sus actividades militantes y a los vínculos con otros actores de la configuración futbolística como dirigentes, barras bravas y otros hinchas del club, luego de la crisis política nacional de los años 2001 y 2002 y previamente al proceso abierto en 2003 -profundizado a partir de 2008- de apertura a la militancia política por parte de grupos de jóvenes y adolescentes. Se discute si sus prácticas emotivas implican determinados valores comunitaristas, para concluir que el fútbol y la acción cumple en ellos una función social integradora identitaria y simbólica capaz de congregar y recrear un sentimiento de comunidad mixto, no necesariamente en términos de resistencia al individualismo moderno, sino en términos de un colectivo emocional que los consolida en tanto identidad social.

Palabras clave: Hinchas Militantes, Club, Capital Social, Sociabilidad, Cultura del Aguante, Militancia Política, Comunidad, Emocionalidad.

Resumo: O artigo resume um estudo de caso das práticas de torcedores militantes do Clube Atlético River Plate entre os anos 1996 e 2013, com o objetivo de saber a respeito de seus sentidos e motivações, centralmente em duas dimensões, as do tipo emocionais e as de caráter político. O caso é abordado em duplo nível: o sentido emocional, relacionado às suas ações nos dias de jogos de futebol do time principal – especialmente na chamada fiesta em la tribuna, nos dizeres nativos-, em segundo lugar, desde a passagem de alguns desses torcedores de futebol até a militância institucional e política no clube, a fim de se tornarem, nele, atores políticos. No desenvolvimento se aprofunda no modelo tradicional dos clubes da Argentina enquanto associações civis sem fins lucrativos, como parte do capital social e da sociabilidade, e nas particularidades históricas, políticas e institucionais do Club Atlético River Plate, a fim de descrever e analisar a militância futebolística destes torcedores do ponto de vista de seu torcer e pertencimento à cultura "do torcedor apaixonado" e, a partir daí, em direção à arena política de afiliação ao clube. O processo desenvolve uma série de especificidades com relação às suas atividades militantes e aos vínculos com outros atores da configuração futebolística como dirigentes, barras bravas, e outros torcedores do clube, logo após a crise política nacional dos anos 2001 e 2002, e antes do processo aberto em 2003 – aprofundado a partir de 2008 – de abertura à militância política por parte de grupos de jovens e adolescentes. Se discute se suas práticas emocionais implicam determinados valores comunitários, para concluir que o futebol e a ação cumprem neles uma função social integradora identitária e simbólica, capaz de congregar e recriar um sentimento de comunidade misto, não necessariamente em termos de resistência ao individualismo moderno, mas, em termos de um coletivo emocional que os consolida enquanto identidade social.

Palavras-chave: Torcedores Militantes, Clube, Capital Social, Sociabilidade, Cultura Torcedora, Militância Política, Comunidade, Emoção.

Abstract: The article summarizes a case study, that of the practices of a group of “activists-supporters” of the Club Atlético River Plate between 1996 and 2013, with the purpose of knowing their meanings and motivations in basically two dimensions: the emotional ones and those of political nature. The case is addressed at a double level: on the one hand, the emotional meaning, related to their actions the days of the first team's soccer games — mainly in the so-called “party at the stands”, in native voice —, and secondly, the passage of some of these soccer fans to the institutional and political activism inside the club, which leads them to become important political actors. The investigation goes in depth in the traditional model of sports clubs in Argentina, as non-profit civil associations, as part of social capital and sociability, and in the historical, political and institutional peculiarities of Club Atlético River Plate, to describe and analyze the football activism of these fans based on their “hinchismo” and sense of belonging to the culture of endurance (“aguante”) and, from there, towards the political arena of the club. The investigation expands on a series of specificities in relation to its activities and the bonds with other actors of the football configuration as leaders, “barras bravas” and other club supporters, after the political crisis of 2001 and 2002 in Argentina and prior to the process opened in 2003 — deepened from 2008 on — of opening up to political activism by groups of young people and adolescents. The article discusses whether their emotional practices imply certain “communitarian” values, concluding that both soccer and these actions achieves in them an integrating, identity and symbolic social function, able to gather and recreate a mixed feeling of community, not necessarily in terms of resistance to modern individualism, but in terms of an emotional collective that consolidates them as a social identity.

Keywords: Activists, Supporters, Club, Social Capital, Sociability, Culture of Endurance, Political Activism, Community, Emotionality.

Introdução

Desde comienzos del siglo XX los clubes en Argentina como soporte institucional cobija­ron e hicieron posible el desarrollo del fútbol y del espectáculo futbolístico, con sus espe­cificidades y características sociales, culturales y políticas.[1] Los sectores populares de la sociedad adoptaron y resignificaron la práctica del fútbol en un proceso convergente y simultáneo: la construcción de la ciudad moderna, el surgimiento de estos sectores populares a partir de grupos nativos y de la inmigración masiva, y la generación de una enorme red de asociaciones que los ligó a la nueva tierra y a determinado territorio local – cuadra, calle, esquina, parada, barrio–. Una ola fundacional de instituciones – clubes, bibliotecas, mutuales, etcétera– tuvo lugar en esa primera década del siglo XX en la ciudad de Buenos Aires; para el caso del fútbol, hacia 1907 existían ya en Buenos Aires y sus alrededores cerca de una docena de ligas independientes, además de la oficial, que organizaban torneos en los que competían más de trescientos equipos/clubes fundados por jóvenes, muchos trabajadores de empresas o estudiantes, que elegían un nombre, colores, escudo, una simbología determinada, y que hacían de ese campo una disputa identitaria al interior de un espacio y un territorio real y simbólico. Se trata de una tipología moderna, si es que se consideran la libre asociación y la baja exigencia monetaria que se requería para integrarlos, su organización en cuerpos de conducción democráticos y colegiados, la presencia de órganos de contralor y fiscalización y de asambleas de socios, y un estatuto para regir la vida asociacionista de cada institución. Se configura así un modelo ideal, que no estuvo ni está exento de conflictos y contradicciones. La propia lógica del fútbol – en cuyo eje central se encontraba el vencer a cualquier costo– habilitó también un mundo de disputas entre e intra clubes. Esto se observa en la vida política y sus conflictos institucionales, muchas veces ventilados en la prensa y otras apenas visibles en los documentos institucionales –asambleas, actas de comisión directiva–, que nos hablan de un mundo muchas veces poco armónico, conflictivo y cambiante.

Desde aquellos años, el fútbol argentino se encuentra organizado troncalmente en torno a los clubes como entidades civiles cuyos únicos dueños son los socios, que participan de su vida deportiva, social, cultural y política bajo el modelo legal de la asociación civil sin fines de lucro. Se trata de entidades que poseen el carácter de capital social, comprendido ello como el componente de capital humano que permite a los actores organizados de una sociedad dada confiar mutua y recíprocamente (Putnam, 1994), y que conforman una red interna de relaciones sociales y múltiples confiabilidades, que a su vez se despliegan en una variedad de actividades, acciones y movimientos dentro de un determinado cuerpo social. Allí, la sociabilidad en sus diferentes formas se vuelve central: una sociabilidad que está enraizada y vinculada frecuentemente a la dimensión política amplia, en un modelo inicial de club que ha resultado exitoso, al menos en términos de su evidente persistencia y continuidad, lo que ha transcurrido en medio de crisis, disputas y divergencias. Se observan allí los vínculos con la clase política, los estilos de conducción y gestión de los clubes y la participación de los socios, el debate entre asociaciones civiles y sociedades comerciales e, íntimamente relacionado con ello, la particularidad de los clubes como entidades plurideportivas, sociales y culturales. Pese a todo, se trata de instituciones que se han mantenido su formato legal original, y donde conviven múltiples actividades deportivas, culturales y sociales, que dan forma a una cultura de club y a subculturas diversas que incluyen valores e identidades, historias y acciones comunes, así como una práctica institucional basada en la sociabilidad (Heinemann, 1997). Allí se enmarcan las relaciones entre socios, dirigentes y empleados, las posiciones, roles y normas formales e informales –muchas veces con mayor peso estas últimas que las primeras–, los vínculos con el entorno social y político, o sus capacidades para adaptarse y obtener así mayores beneficios, o impedir, quizá, cuestiones consideradas inconvenientes para la institución.

Más allá de los socios, una de las características -sino la principal- del proceso de resignificación de la práctica del fútbol y sus valores por parte de los hombres jóvenes criollos en las primeras décadas del siglo XX, fue poner en disputa el honor de un territorio –cuadra, calle, barrio– asociado a la virilidad y la humillación por la derrota –de difícil aceptación–, modificando parcialmente los primigenios y admirados valores del fair play inglés. Esta “militancia futbolera” (Frydenberg, 2001: 259) centrada en la búsqueda omnipresente del triunfo deportivo desarrolló en las décadas del ‘20 y ‘30 del siglo XX un fenómeno particular y complejo en tanto una de las características del espectáculo de fútbol: el rol del público asistente. Se trata de un público que a la vez que va aumentando cuantitativamente, adquiere ciertas características: la movilidad en grupo cantando y vivando a su club, la exposición de banderas y estandartes exhibiendo sus colores o inscripciones, las variadas gesticulaciones, todo ello asociado a la fuerza física, la hombría y el éxito como indicadores de ese honor en juego.

Tanto la existencia de un protoespectáculo como el desarrollo posterior del fútbol como espectáculo masivo a partir de la década del ‘30 tuvieron en los hinchas un componente más en términos de sujeto social, en el sentido de que se asumieron como protagonistas y así actuaron, capaces de participar e influir –de alguna forma– en el espectáculo. Diversas formas de la violencia, simbólicas y prácticas, desde las canciones entonadas hasta las invasiones del campo, así lo demuestran. Bajo la caracterización de hinchas más fanáticos y locos por su club, o más tranquilos y analíticos, el hincha se convirtió en un verdadero militante futbolero. Esa militancia estaba asentada no sólo en el vínculo afectivo con su club y el fútbol, sino en todas las peripecias que debía atravesar para asistir al espectáculo, vinculadas a las deficiencias organizativas y estructurales, que asociaron esa militancia a un acto sacrificial: incomodidades en los estadios, inconvenientes para obtener entradas y movilizarse, etcétera.

Esta particularidad de los hinchas de fútbol en Argentina se observa en distintas décadas del siglo XX y en diversas dimensiones, como en la defensa y necesidad de una cancha propia y con ella la posibilidad de que, ante una mayoría de público local y por sus características, permita la cercanía física y auditiva de los hinchas con los jugadores. En el imaginario de los hinchas, esto habilita la posibilidad de influir y presionar, hacerse sentir cuantitativa y cualitativamente, en el desempeño de los jugadores propios y rivales y en el resultado del partido. Las transformaciones profundas o parciales ocurridas en las características de espectáculo deportivo y particularmente en el del fútbol, asociadas a distintos factores como el surgimiento de la televisación en tanto foco nodal de mismo, las relacionadas a la seguridad deportiva o el llamado proceso de elitización futbolística, pueden ser analizados también a la luz del caso de los hinchas militantes de Club Atlético River Plate (en adelante, CARP)[2], como una forma de observar matices, particularidades

La conformación de los hinchas militantes en los años ´90

Al interior de los clubes, la participación ad honorem de los socios es una nervadura central, tanto en la arena política –con sus rivalidades, alianzas y disputas– como en las actividades de comisiones, subcomisiones, etcétera. A mediados de la década del ’90 surgen en el CARP tres grupos similares pero distintos de hinchas militantes[3], que comienzan a organizarse para asistir a los estadios conformando agrupaciones de hinchas y para realizar en ellos una serie de actividades, a las que denominarán la fiesta en la tribuna, que implicaban a la vez relacionarse con otros actores del espectáculo del fútbol y de su club. Todo por River, AgruPasión Gallina y Siempre River conformarán los grupos principales, aunque no únicos, dedicados a la organización de la fiesta en la tribuna, que consiste en instrumentar determinados dispositivos para algunos partidos de fútbol: se trata de lograr una especial escenografía en el estadio –y por lo tanto un efecto también especial–, en un mecanismo que fue variando con el paso del tiempo y diversificándose, en cantidad, tipo y características de las acciones. Este proceso se inicia cuando los hinchas debaten qué actividades realizar e implica decisiones, las que resultan más una consecuencia de la interacción diaria entre ellos que de una planificación racional y ordenada. Si bien los movilizaba centralmente concurrir a las diferentes canchas a alentar al equipo de fútbol, la organización de sus acciones está vinculada con una disputa de tipo simbólico alrededor del aguante frente a otras hinchadas del fútbol argentino, pero también como una manera aguantadora de verse a sí mismos y de ser vistos por los demás: hinchas propios y contrarios, medios de comunicación, etcétera. También, la necesidad de disputar con ellos simbólicamente respecto de la popularidad y mayor asistencia a los estadios, de realizar acciones benéficas y de acción social que colaboren con personas necesitadas pero que también sirva como acción evangelizadora en términos riverplatenses. En esa dirección, los hinchas militantes se expanden a territorios que exceden los partidos de fútbol del primer equipo, para poder observarse en escenarios de forma festiva, como ocurrió con la organización de la caravana del centenario en el año 2001, en la que lograron movilizar más de 50.000 hinchas de club para festejar el centenario del mismo. Dicha movilización masiva les permitió darse a conocer ante muchos socios e hinchas y comenzar a vincularse más estrechamente con agrupaciones y dirigentes, e incluso participar –tímidamente– de las elecciones presidenciales de fines de 2001. Muchos de estos hinchas eran bandereros[4], aquellos que colocan banderas propias con determinadas inscripciones en los estadios, lo que les permitía –al igual que ser organizadores de viajes en micros o combis para ver los partidos en otros estadios del país – ir conformando una sociabilidad propia, en algunos casos más relacionada a compartir actividades deportivas y sociales en el club que a asistir a los partidos del primer equipo de fútbol.

Las horas de viaje compartidas y el inicio de vínculos personales entre los hinchas fue el escenario en el que este grupo fue urdiendo y concretando la posibilidad de realizar ciertas acciones para acompañar al equipo de fútbol, que de alguna manera se sumarían a las ya existentes y establecidas: la presencia habitual de la barra brava y sus banderas, las banderas de los bandereros, el aliento en forma de cantos acompañados por saltos y gesticulaciones por parte de la hinchada. Inicialmente predominó la compra –para ser repartidos en la tribuna popular– de rollitos de papel tipo serpentina y la recolección de papeles diversos, cortados en pequeñas piezas, para ser arrojados en el preciso momento de salir los jugadores al campo de juego. Se trataba de acciones que tenían ya una tradición previa en los hinchas argentinos, al menos desde décadas atrás. Pero posteriormente el grupo comienza a complejizar su accionar: adquieren también serpentinas, bengalas, petardos, todos materiales que pudieran utilizarse para llamar la atención, en el momento en el que los jugadores surgieran de la boca del túnel, principalmente en partidos considerados por ellos importantes por el momento futbolístico, como frente a los clásicos rivales. El paso siguiente sería el armado de mosaicos con cartulinas en las plateas, como resultado de observar por televisión la acción en estadios europeos:

Más allá del ego personal de saber que uno participó de un evento tan grande, de la foto que queda, es hacerlo por amor, por pasión. Yo sentía que ese era el partido mío, el de la tribuna, hasta dónde yo podía jugar en la competencia con la tribuna de enfrente a ver quién hacía cosas más lindas, originales, más coloridas… La final de la Libertadores [Copa Libertadores de América] fue un pico de inflexión [sic]. Salió River y había cien bengalas prendidas, nunca había pasado en el fútbol argentino eso […] es una luz gigante que salía de la popular, de los costados, de todos lados. (Entrevista a Fernando Guarini)

Nos preocupaba y nos movilizaba todo lo que tenía que ver con el color, con la cantidad de gente, las banderas… ese tipo de cuestiones, que era lo que nos movilizaba de verdad. Históricamente en Argentina […] era en el ambiente futbolero, por un lado si tenías que hablar del mejor juego, equipo, más veces campeón, era indiscutido que era River. En cambio, cuando se tenía que hablar de hinchadas, del que más alentaba o menos, o del que más gente llevaba, automáticamente también, era Boca…Y nosotros no creíamos que era así o de la forma en que lo mostraban […] y ahí dijimos, bueno, hay que dar una pelea en este sentido y con nuestras pocas herramientas tratar de empezar a cambiar eso, ya sea desde el color, desde el calor, desde la comunicación, desde mostrar las cosas que se hacían, y ese era nuestro objetivo. (Entrevista a Nahuel Pan)

La fiesta en la tribuna es acompañada de otra serie de dimensiones, como la realización de actividades benéficas, que incluyen actividades como juegos para niños y niñas de sectores carenciados y la donación de juguetes, alimentos y otros elementos de primera necesidad, así como de merchandising riverplatense. Todo ello ocurre la vez que –y como su consecuencia– los iniciales contactos con la arena política del CARP, los vínculos con otros actores como la barra brava, a la que mantienen informada de sus actividades y que a la vez las autorizaban, y con otros grupos de hinchas que adherían a sus acciones. La nombrada caravana del centenario significó para ellos un punto de inflexión respecto de su capacidad de convocatoria y visibilidad hacia el resto de los hinchas y la arena política del club. Organizada casi artesanalmente, su éxito les brindó prestigio y les abrió las puertas a la posibilidad de crear e incorporarse a la Subcomisión del Hincha a partir de 2002, es decir institucionalizar y formalizar sus actividades.

Este proceso fue posible al interior de una gestión política iniciada en el CARP en 2001 y hasta 2009 que se enmarcaba profusamente en un horizonte mental asociacionista con determinadas características, en una cultura de club donde habitualmente se producen continuidades y rupturas, en las diferentes disputas y alianzas políticas alrededor de su clase dirigente, afianzando una línea que la institución acunaba desde sus inicios fundacionales, relacionada a la solidaridad social, la acción benéfica y la apertura política, más allá de las conflictivas situaciones vividas en los últimos años relacionadas a la violencia y a la gestión del fútbol profesional. En este marco, se constituye la primigenia Subcomisión del Hincha a comienzos del año 2002; sus integrantes eran casi todos ellos eran parte de las agrupaciones de hinchas ya constituidas, con mayor o menor grado de compromiso al interior de cada una, y la inclusión en las listas electorales es, en la lógica de esos hinchas militantes, un primer acercamiento a la posibilidad provechosa de estar adentro y no fuera de una gestión en el club, mucho más que una decisión consciente y meditada de pasar a ser actores políticos de CARP. Entre los objetivos de la Subcomisión estaban fomentar la participación de socios e hinchas, promover la fiesta, el colorido y la pasión en cada estadio en el que se presenta el primer equipo de fútbol, generar espacios de integración con los hinchas del interior y exterior del país y acrecentar su número, brindar apoyo a otras disciplinas deportivas y áreas del club y participar de acciones solidarias, resaltando la existencia de colaboración con Red Solidaria,[5] y que se ha realizado una caravana de concientización al INCUCAI[6] en favor de la donación de órganos. Las agrupaciones de hinchas desarrollaron desde sus comienzos acciones benéficas, cuyo objetivo de solidaridad social va acompañado de la idea de evangelización riverplatense; pasan ahora a institucionalizarse actos solidarios que a la vez transmitan el amor por el club y que los beneficiarios así lo recepcionen. Desde el año 2002, este tipo de actos pasarán a tener carácter estable como política institucional, llevados adelante por la Subcomisión del Hincha, aunque también y centralmente por la Comisión de Filiales y River Solidario.

Para los hinchas militantes, el pasaje a la institucionalización comenzado en 2002 implicó, entre otras cuestiones, un aprendizaje en cuanto a las relaciones formales mediatizadas por los estilos individuales y los vínculos personales. A manera de ejemplo, en los primeros carnavales organizados por uno de los tres grupos, Siempre River, un testimonio relata que los difunden pegando carteles en el club sin siquiera coordinar con la Intendencia o Seguridad, y que el día previo al inicio es convocado por José María Aguilar[7], quien risueñamente le pregunta si sabe que él es el presidente del club, y que le podría haber pedido permiso para la difusión. Luego de alentarlo y decirle que todo saldría bien al día siguiente, en el habitual estilo bonachón y amistoso del entonces presidente, De Francesco se retira más tranquilo. La anécdota sirve para ilustrar cuestiones nodales de este proceso de institucionalización en jóvenes que apenas llegaban, en la mayoría de los casos, a los veinte años, siendo visible un proceso de institucionalización por parte de los hinchas en el club, como he descripto, aunque en la práctica las cuestiones informales, es decir al margen de lo institucional, seguirían ocurriendo. Esto es muy palpable en la fiesta en la tribuna cuando en ocasiones no obtenían los permisos necesarios para determinadas acciones, o cuando, en otros planos, la burocracia interna del club ralentizaba cierta iniciativa, pero ello no evitaba que los hinchas avancen con sus planes, en la medida en que podían hacerlo. Un cambio no menor fue la posibilidad de acceder a un presupuesto para la fiesta en la tribuna; las actividades que durante años habían sido realizadas recolectando dinero mediante rifas, sorteo de remeras, aportes individuales, o solicitando la colaboración esporádica y casual a algunos allegados a directivos, pasarían a ser financiadas ahora por la institución.

Sí, recuerdo que para el tricampeonato de 1997 hubo un allegado a un directivo que aportó mil pesos de ese momento… era un montón de plata. Gastamos mil cien, pusimos lo que faltaba entre dos… nunca alcanzaba. Ese fue el primer financiamiento que tuvimos de alguien de onda. A partir del 2002 sí, contamos con el apoyo del club, hasta 2009. Tratando de que salga la plata del club al proveedor para evitar cualquier tipo de malentendido. (Entrevista a Fernando Guarini)

Simultáneamente, estos hinchas continuaron con actividades propias de sus agrupaciones, en muchas ocasiones de manera lateral a una comisión o subcomisión, aunque en la práctica eran ellos mismos quienes las realizaban. Es decir, adecuaban su identidad formal, institucional o agrupacional, a las características de la situación; la marcha organizada a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en 2004 en protesta por la prohibición para asistir a los visitantes a las semifinales de la Copa Libertadores de América es organizada informalmente, sin ser convocada desde la Subcomisión. La posibilidad de difundir las actividades de la fiesta en la tribuna para profundizar en ese sentido el partido de los hinchas es visualizada desde los medios gráficos en esos primeros años, y también posteriormente con los cambios tecnológicos y de formato en la televisión y en internet, que potenciaron su visibilidad comenzado el nuevo milenio, cuando particularmente la televisión pasa a una tercera etapa en la que

…el interpretante que se instala progresivamente como dominante es una configuración compleja de colectivos definidos como exteriores a la institución televisión y atribuidos al mundo individual, no mediatizado, del destinatario (Verón, 2009: 239)

El proceso a partir de 2002 les permitió continuar de manera más provechosa con sus acciones –a excepción de un período en que LBDT se los impidió– utilizando los recursos económicos pero también institucionales que tenían a su alcance, sabiendo que ahora eran representantes oficiales del CARP:

Era una responsabilidad muy grande y había que saberla manejar. Si antes sacábamos un volante en forma más intempestiva y sin pensar tanto, ahora había que pensar si desde el club se podía hacer eso, y lo cambiábamos si eso podía suponer algún tipo de problema. Una cosa era que la firme la AgruPasión Gallina y otra que la firme la Subcomisión del Hincha, que forma parte del club. Pero nunca tuvimos ningún tipo de presión de la dirigencia. (Entrevista a Nahuel Pan)

En esta fase del hinchismo institucionalizado(Sodo, 2011: 139) y acercamiento inicial al campo político, los hinchas no dejan de lado su propia caracterización sentimental respecto del vínculo con el club, basado en la fidelidad incondicional que no pidenada a cambio. Sin embargo, el nada a cambio hará referencia a lo puro de ese sentimiento, y no a las condiciones materiales de su mundo social como hinchas, ya que en esa dimensión se expresarán respecto de todos los demás actores de la configuración de fútbol. Las políticas públicas en materia de seguridad deportiva y el accionar de las fuerzas de seguridad, el desempeño de los jugadores del equipo, la situación económica financiera del CARP, los derechos de los socios, la realidad política del país, los derechos humanos, etcétera, serán tópicos de permanente opinión y acción, aunque cambien las formas, como he descripto, en la línea temporal que va de las agrupaciones de hinchas hasta la participación institucional en distintos espacios del club y los agrupamientos políticos. Los hinchas militantes obtienen con la institucionalización la posibilidad de centralizar y potenciar lo que venían realizando de manera inorgánica por medio de las agrupaciones de hinchas; ello no implicó que lo puedan realizar de manera óptima, sino que las tensiones y conflictos, particularmente con la barra brava y los organismos de seguridad, no dejaron de estar presentes. Pero sin dudas, por su parte conseguir determinados objetivos resultaba más sencillo y adecuado en esta nueva situación. Ciertos conflictos suscitados frente a la prohibición de realizar determinadas acciones, como lo fue llevar a la tribuna popular varias toneladas de papeles para el recibimiento del equipo, en ocasiones produjeron tensiones con las fuerzas de seguridad en los días previos y durante el mismo día del encuentro futbolístico, siempre con relación a los permisos necesarios para la fiesta en la tribuna; también, aunque motivadas en otro origen como las ocurridas con la barra brava, que tuvo como consecuencia (aunque no podamos profundizar aquí) la imposibilidad de realizar acciones durante casi dos años por parte de los hinchas militantes.

La Agrupación Caravana Monumental (ACM) en la arena política

En el año 2006 el grupo mayoritario de hinchas militantes que habían constituido la Subcomisión del Hincha logra formalizar como agrupación política oficial del club a la Agrupación Caravana Monumental; se trataba de aquellos que habían conformado mayoritariamente Todo por River y la AgruPasión Gallina. El pedido es realizado el día 5 de junio de 2006, varios meses antes de su aprobación final y previa verificación de firmas de los adherentes, las que fueron obtenidas durante más de un año, previamente a junio de 2006; es oficializada en la reunión de Comisión Directiva del día 2 de noviembre de 2006, en la que, como parte del área de Secretaría, se pone a consideración el informe final respecto de su oficialización. Si bien las elecciones de 2001 en el club habían significado cierto grado de renovación dirigencial en términos generacionales, la oficialización de ACM en 2006 fue la primera ocurrida luego de un largo tiempo; en palabras del testimonio de Guarini, un síntoma de renovación política, ya que hacía ya muchos años que no había en la institución solicitud alguna de reconocimiento por parte de una nueva agrupación. La conformación de la agrupación oficial ocurrió paralelamente, aunque de manera secundaria en relación a los esfuerzos dedicados, a las actividades formales desarrolladas desde la Subcomisión del Hincha a partir de 2003. Su oficialización significó el comienzo de un nuevo momento en el recorrido de los hinchas, en el que pasaron a convivir dos planos diferenciados aunque entroncados y, por momentos, superpuestos: la participación en distintos espacios institucionales del club y la atención a otras actividades propias de la agrupación, ya sean tanto de visibilización concreta sobre temas puntuales, o de tipo formal, tales como realizar asambleas, confeccionar libros de actas y un estatuto propio, participar de reuniones y espacios convocados por la Comisión Agrupacional del CARP, o la recepción de los padrones electorales al momento de una elección.

Si bien continuarán desarrollando centralmente la fiesta en la tribuna, comienzan también a desenvolverse en la arena política de manera plena, construyendo su herramienta electoral. Con relación a este pasaje, es posible comprenderlo como el inicio de ese momento indefinido en el que los políticos comienzan a hacer política, que Verónica Moreira define como un recorte social del tiempo en el que el acto del sufragio responde sólo a un momento, sumamente significativo, del proceso electoral (Moreira, 2006: 89). La decisión de participar políticamente por parte de los hinchas militantes llevó implícitas dos dimensiones: por un lado, la concepción de que la posibilidad de modificar ciertas cuestiones de la realidad del CARP era sólo posible desde el campo del poder y la política institucional. Por el otro, y en directa relación con el primero, la capacidad de sacar provecho del capital simbólico logrado en los años anteriores, trasladándolo al campo político. Junto a la convocatoria a participar y más cercano a las elecciones de 2005, ACM emite un comunicado titulado “Una pasión incondicional y sin banderas”, en el que se asumen como esos hinchas que acompañan al equipo en cualquier estadio del país y del exterior, apelando a la existencia de

[…] un River cada vez más ganador, más solidario, modelo de institución y de club […] y donde los socios cada día más participen de un club abierto, generando acciones y debates y siendo los constructores de nuestra propia obra […] Y porque mientras otros lo tienen pintado en sus afiches y volantes, vos sabés muy bien qué grupos y quiénes organizaron y fueron parte de la gloriosa Caravana Monumental del 25 de mayo de 2001. Porque estuviste ahí, no te lo contaron, demostrando la pasión y el amor que sólo los hinchas conocen. De allí nuestro nombre, que nos llena de un humilde pero verdadero orgullo… (Destacado en el original)

El proceso descripto en los hinchas militantes permite tomar el concepto de communitas en un plano político, en tanto implica adhesión emotiva, pero también lealtad, solidaridad, compromiso y participación, particularmente en el comunitarismo cívico republicano representado por Robert Bellah y Robert Putnam (Delanty, 2006: 100-101). Se trata de un comunitarismo en el que resalta el interés público y los objetivos colectivos, y un concepto activo de ciudadanía y asociacionismo. Esta concepción tiene una relación ambivalente con la democracia como consecuencia del peso de la cuestión social, aunque haga de la noción radical de ciudadanía el eje de la participación en la sociedad civil, la misma que analiza Putnam para los Estados Unidos de América para afirmar que la falta de juego de bowling en clubes o ligas por parte de sus habitantes es síntoma de una caída de la confianza interpersonal y las redes de capital social asociativo. Las búsquedas modernas de comunidad como antídoto a los males societales han reflejado, muchas veces, un plano fuertemente antipolítico; ello no ocurre con los hinchas militantes al momento de la decisión de participar plenamente de la arena política. Todo por River y la AgruPasión Gallina se fusionan dando lugar a la institucionalización de ACM, mientras que Siempre River opta por participar de los momentos electorales, aunque no se integra ni conforma agrupación política alguna. Para los que conforman ACM, la acción política se muestra y despliega como una extensión de la pasión emotiva: como capitalización del prestigio obtenido en el campo del hinchismo. Ambos planos conviven y se superponen de manera no contradictoria, según el momento; la política es comprendida como una categoría nativa por los distintos actores, aunque sus decisiones políticas sean divergentes parcialmente. Hacer política implicó para los miembros de ACM, la constitución de un agrupamiento y de alianzas, disputas y conformación de listas en la arena política de club, mientras que para los integrantes de Siempre River –y como he comentado, para otros hinchas militantes que no avanzaron en ese sentido–, pese a participar también de las listas electorales, en su propia concepción la decisión es caracterizada como de no hacer política.

La decisión de participar no significa ausencia de tensiones, como con otros actores políticos, o debido a la necesidad de decidir continuar siendo parte –o no– de la gestión de turno. Todo ello ocurre también en años de fuertes contrastes en términos de modelos de gestión para las instituciones deportivas; pese a la imposibilidad de habilitar el modelo de sociedades comerciales en el fútbol en los años ‘90, se desarrolla un estilo de gestión exitoso –al menos en el plano futbolístico– de los dirigentes del Club Atlético Boca Juniors y también en el caso del Club Atlético Independiente[8] que contratan especialistas para dirigir determinadas áreas del club, como las económico-financieras o el marketing y la gestión comercial, opacando el rol dirigencial. La concepción de la gestión partirá de una lógica mercantil y modernizante, apuntada casi exclusivamente al fútbol profesional, dejando de lado otros tipos de actividades deportivas, sociales o culturales y pretendiendo limitar y aplacar la actividad política interna e intrínseca de una asociación civil, en franco contraste con el modelo de club tradicional e, incluso, con el del propio Boca Juniors. Algunas de las medidas llevadas adelante en este cambio de paradigma fueron la comercialización del merchandising y las licencias, la creación de una marca registrada y de un fondo común de inversión –luego invalidado– para la compra de jugadores de fútbol, y la posibilidad de construir un nuevo estadio (Hijós, 2014).

Los hinchas militantes del CARP han realizado un recorrido en una argamasa cultural de interdependencias varias, a la luz del modelo del juego de Elias como herramienta teórica: los distintos actores del club, como en un juego de fútbol, poseen relativa autonomía entre sí, con disímiles fuerzas y capacidades cambiantes, sin leyes que determinen como tipo ideal el comportamiento de los jugadores, sino que todos ellos conforman una figuración en forma de tejido, en el que se observan disputas, alianzas y tensiones diversas. Al igual que en un partido de fútbol, en dos grupos adversarios de jugadores es condición de su configuración específica su interdependencia, tanto siendo aliados como adversarios todos ellos, en un sistema cambiante de alianzas y conflictos que sólo se aprecian cabalmente en una cadena de interdependencias de tipo configuracional (Elias, 2006: 157-159).

Una de las características de estos tres grupos de hinchas militantes es la difusión de su identidad y sus actividades mediante la confección, tanto de diversos productos propios con logos y frases alusivas a los propios agrupamientos u otras cuestiones vinculadas al CARP como de sus propios medios de difusión. Sobre el primer punto, un ejemplo es la producción de tiradas restringidas de remeras para el uso de los propios hinchas del grupo y del entorno cercano, pero también más adelante comienzan a concretar otros tipos de productos, como vasos para beber fernet con cola, o gorritos con insignias agrupacionales y frases alusivas a su sentimiento por el CARP. Ello ocurre originalmente bajo una sociabilidad de cancha y también de vida de club; la decisión respecto de qué tipo de acciones realizar es consecuencia, antes que nada, de una deliberación grupal, de la charla informal y de la sociabilidad compartida, tanto en el club como fuera de él:

Comprábamos globos y los llevábamos a la tribuna, juntábamos papeles y hacíamos movidas para que los hinchas los lleven a la cancha. Las ideas y los fondos salían de nosotros mismos […] y después previo a algún partido le pedíamos a los hinchas que traigan sus globos, y lo hacían, entonces entre lo organizado y lo espontáneo, se armaba… me acuerdo con el tema de las banderas de palo, había empezado la prohibición de llevar banderas de más de dos por uno, entonces una forma de llevar color a la tribuna era llevar banderas de palo y contra Boca lo organizamos para que todos lo hagan. Invitamos a la gente a traer la bandera con medidas reglamentarias, difundimos que el palo tenía que ser de PVC hueco para poder pasarlo… Ese día hubo como tres mil banderas de palo. La difusión… esta vez rompimos con el boca a boca, con los volantes en la cancha y con internet, aunque no era lo que es ahora. (Entrevista a Nahuel Pan)

Esta sociabilidad incrementa, como es lógico, los días previos de cada partido, cuando era ya necesario tener definidas las acciones a realizar, aunque a veces, debido a determinadas variables –como la autorización de los órganos de seguridad–, ello no fuera posible hasta último momento. Una acción muy habitual es la recolección de papeles para repartir en la tribuna popular –en ocasiones también en las plateas– con el fin de ser lanzados al campo de juego en el momento de salida del equipo. Esto implica una convocatoria en los días previos –también en el mismo día de partido– a los hinchas para que acerquen todo tipo de papel, que es acumulado en algún espacio físico –o la propia oficina de la Subcomisión del Hincha desde el año 2002–. Otras veces, se solicitan ya cortados en partes pequeñas, y en otras son repartidos en la tribuna atados para ser trozados por los propios hinchas, unos minutos antes y para ser lanzados en la salida de los jugadores. El papel es recolectado y guardado a la espera del día del partido, en que los hinchas militantes se autoconvocan a muy temprana hora –entre las 7:00 y las 9:00 a.m., según el caso– para subir las cosas.

Los hinchas militantes llevan adelante mediante sus actividades, una disputa simbólica relacionada al rol que ellos mismos se adjudican en tanto hinchas, confrontación que se da principalmente frente a otras hinchadas rivales, como lo expresan en Desde el Tablón[9]:

Nuestro campeonato. Siempre decimos que no existe un solo campeonato en juego. También está el nuestro, el de las tribunas, en el que siempre goleamos y no nos cansamos de ganar, el que más nos enorgullece porque es el único que depende directamente de lo que nosotros podemos hacer o dar. Este campeonato no se divide en ni en Clausura ni en Apertura, se vive cada vez que le toca jugar a River en donde sea y a pesar de todo. Hace mucho tiempo que venimos destacando el tema del color y el ingenio en nuestras tribunas. Eso es algo que nadie ha podido, ni siquiera, alcanzar. A esto hay que sumarle el apoyo de la gente. Siempre se dijo que los hinchas de River estábamos sólo en las buenas y nosotros seguimos demostrado cuán equivocados están, porque después de la eliminación en la Libertadores, copamos el chiquero e hicimos otra fiesta inolvidable unidos por una sola bandera y con una misma consigna: “Aunque ganes o pierdas”.[10]

En consonancia con dos lógicas relacionadas e instaladas históricamente en el fútbol argentino, este grupo de hinchas militantes del CARP considera abiertamente que lo que está en disputa no es algo meramente futbolístico, sino también el lugar de los hinchas en el espectáculo, y particularmente el de su honor. Esas dos lógicas son, por un lado, la de obtener el triunfo a toda costa como objetivo cuasi único, donde ganar o perder implica mucho más que un resultado deportivo (Frydenberg, 2011); y por el otro la del aguante como principal capital identitario y simbólico de los hinchas de fútbol, desde los años ‘90 (Alabarces, 2004). Esta confrontación se enmarca en la lógica de la disputa por el honor y el aguante como principal capital simbólico (Bourdieu, 2011) de los hinchas de fútbol, característica de los años ‘90. Forma parte de la necesidad de los hinchas de poder desplegar sus pulsiones emocionales en escenarios miméticos adecuados, en el marco de diversas tensiones que la configuración del fútbol, de la que son parte, presenta. Algunas de ellas se expresan en las interrelaciones con jugadores, dirigentes, barras bravas e hinchas rivales, o en las condiciones materiales en las que se encuentran inmersos al momento de la asistencia al estadio, tanto de local como de visitantes. El estadio, en ese sentido, es el espacio donde los hinchas militantes codifican ciertos hábitos al interior de un espectáculo del fútbol del que pueden ser parte. Estos hinchas ejercen desde fines de los años ‘90 el aguante como categoría práctico moral aunque dejando de lado la violencia física y librando una disputa simbólica aguantadora asentada en el poner el cuerpo en cualquier cancha para cantar y gritar, pero también otra serie de acciones que implican una complejidad y extensión de dichas prácticas en términos de originalidad –al menos para el contexto local– al interior de la retórica del hinchismo.

Política, comunidad emocional y modernidad

El compromiso político adoptado por la mayoría de los hinchas militantes del CARP puede ser puesto en línea con la crisis política argentina de los años 2001 y 2002 y su proceso previo y posterior, en el plano de la militancia política. En un primer momento, se presenta como una forma de activismo juvenil deudor más del aguante como capital en el mundo configurativo del fútbol y de su modelo institucional, que de la crisis de comienzos de siglo o de la llamada crisis del campo en el año 2008, o el fallecimiento de Néstor Kirchner en 2010. Estos últimos dos puntos de inflexión abonaron la construcción de un ciclo de movilización y militancia política juvenil en Argentina (Vázquez y Rocca Rivarola, 2017: 162) en el cual se entronca coherentemente –en tanto clima de época– el sendero tomado por los hinchas militantes, el que era –como he descripto– previo al proceso de ampliación política desplegado durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, y particularmente en estos últimos.

El ingreso de estos hinchas al campo de la militancia política está imbuido por la lógica pasional del aguante y la sociabilidad. El primer punto es específico del fútbol, pero el correspondiente a la sociabilidad parece estar en línea con las investigaciones realizadas en los últimos años sobre los diversos modos de ingreso a la militancia y la importancia de las redes de sociabilidad. Algunos de los hinchas militantes se conocieron e iniciaron sus actividades por medio de las redes sociales, siendo necesario especificar que se trataba de una dimensión de reciente aparición y despliegue a comienzos del siglo XXI, de la mano del avance de internet. La militancia política electoral en un club permite avizorar dos cuestiones. Por un lado es concordante con el modelo tradicional e histórico de club en el país, basado en el voluntarismo y militancia de los socios, en el entramado de los clubes comprendidos como capital social, generadores de prácticas democráticas; pero a la vez prefigura y abona a una concepción positiva de la militancia política, disparada y atravesada, como he mostrado, por la dimensión emotiva del fútbol. Este último punto permite plantear, como interrogante a futuras investigaciones, ciertos paralelismos posibles en las relaciones entre el deporte y el campo político nacional con relación a dos niveles: por un lado, los estilos de gestión modernizantes en una institución civil, y el traslado de esa experiencia a la gestión pública que significa y significó el proceso de Mauricio Macri en el CABJ, la ciudad autónoma de Buenos Aires y la el Poder Ejecutivo Nacional. Pero también, y de manera concatenada, que ese proceso se ha configurado sobre un estilo discursivo de estilo religioso y apelación emocional, con cierto paralelismo –salvando las distancias– al proceso analizado en los hinchas militantes, con su pasaje desde el hinchismo hacia la arena política de club. No se trata de un proceso aislado regionalmente: una serie de variables tuvieron como resultado un proceso asociativista de los hinchas de fútbol brasileros, y una mayor apertura a la participación en los clubes de ese país:

A nossa intenção de demarcar historicamente o fim desse ciclo vem aliada de alguns prognósticos para os anos que virão. A maior participação dos torcedores nas ações dos clubes, seja de forma direta e ativa, seja na luta constante e não oficial nas arquibancadas e redes, não permitirá uma continuidade do estado das coisas que tínhamos até aqui. Os grandes cartolas, oriundos das tradicionais famílias que sempre comandaram os clubes brasileiros, aparentam começar a compreender o momento histórico, assimilando as demandas por maior participação dentro dos clubes. Em 2016, tivemos eleições em clubes como Santos e Fluminense, Vitória, Bahia e Sport Recife. Em outros clubes, como averiguamos, ainda que a participação do torcedor não esteja garantida em direitos políticos, o tema da “democratização do clube” começa a tomar corpo, ao menos nas declarações públicas. (Simões, 2017: 26)

En los andamios de este modelo en Argentina está la pasión por el club en términos nativos –también en Brasil, aunque allí muy relacionado, como he afirmado, al proceso de arenización de los estadios y la elitización del espectáculo (Oliven y Damo, 2001)- y la emocionalidad del contexto ritual que permite el fútbol en tanto escenario mimético (Elias, 1992), y particularmente para los hinchas militantes, la obtenida durante la fiesta en la tribuna:

Las emociones que nos atraviesan y la manera en que repercuten en nosotros se alimentan de normas colectivas implícitas o, más bien, de orientaciones de comportamientos que cada uno expresa según su estilo y su apropiación personal de la cultura y los valores que la empapan. […] Su emergencia está ligada a la interpretación propia que da el individuo de un acontecimiento que lo afecta moralmente y modifica de manera provisoria o duradera, por años o apenas algunos segundos, su relación con el mundo. Traducen de un modo significativo a los ojos de los otros la resonancia afectiva del acontecimiento. No son una emanación singular del individuo sino la consecuencia íntima, en primera persona, de un aprendizaje social y una identificación con los otros que nutren su sociabilidad y le señalan lo que debe sentir y de qué manera, en esas condiciones precisas. (Le Breton, 1999: 108-109)

Tanto en la Argentina como en Brasil, lo que estaba y está en juego son las características pasadas, presentes y futuras del hinchismo, y la posibilidad de su reconfiguración a la par de la del espectáculo general del fútbol. Para los hinchas militantes del CARP, ello se expresa y plasma en segundos o minutos que efectivamente transforman sentimentalmente su relación con el mundo social, el que será como he descripto, posteriormente canalizado de manera formal. Reconfiguran así una antigua tradición del fútbol argentino, la de sentirse un actor más del espectáculo siendo capaz, incluso, de influir sobre él bajo diversas formas. Hay en este proceso cierto regreso a lo arcaico pero, a contramano de la desinstitucionalización que plantea Maffesoli (Maffesoli, 2009: 28), ocurre en ellos lo que denomino tribalización institucional. Mientras el sentido comunitario del grupo se afirma en base a un vital sentimiento de fraternidad y horizontalidad en un plano –el de la pasión futbolística–, a la vez se tornará más fértil y visible en la institucionalidad del club y sus jerarquías formales, de las que participan ubicándose en su arena política con relativa comodidad, pese a la existencia de determinadas tensiones: “El ‘tiempo de las tribus’ es el revelador de tal saturación. Ésta es la lección del ‘arcaísmo’ posmoderno: estamos volviendo a actuar, en todos los dominios, la pasióncomunitaria” (Maffesoli, 2009: 35, destacado en el original).

En esa dirección y aunque no he profundizado el punto en este escrito, los hinchas militantes tienen características tanto de socialidad comunitaria como de modernidad societal, ya que sus acciones y significancias son en un sentido racionales y modernas pero también, y de forma no contradictoria, resultado de una tribalidad posmoderna. Su reagrupamiento orgánico implica un nuevo reencantamiento frente al desencantamiento del mundo weberiano (Maffesoli, 2009: 82-83) a partir de un vivir en común, basado en una emocionalidad comunitaria. En Durkheim, la efervescencia es el reaseguro posible de lo prospectivo, duradero y en ocasiones, institucionalizable: a ese proceso corresponde el caso de los hinchas militantes. Su compromiso institucional lo es también político, a contramano del desarrollo de Maffesoli respecto del distanciamiento que las tribus urbanas tienen cuando conforman potencia frente al poder (Maffesoli, 2009: 111-112). Hay en los hinchas riverplatenses, un primer momento constitutivo de este tipo, pero su continuidad está signada también por el paso a la institucionalidad política.

El destino de la comunidad en las sociedades urbanas ha sido uno de los principales temas de la sociología moderna desde la Escuela de Chicago a partir del declive y crisis de la comunidad y los estudios sobre la ciudad (Delanty, 2006: 73). Incluso en las visiones republicanas cívicas asentadas en el compromiso del voluntariado y el capital social, ello implica muchas veces un alejamiento tanto del Estado como de la política misma; sin embargo, es necesario matizar ello para el caso de los clubes en Argentina como modelo asociacionista y sus hinchas-socios convertidos en verdaderos militantes políticos. Allí, la comunidad está presente plenamente en los aspectos simbólicos y en las dimensiones normativa y cívica, pero sólo parcialmente en la otra dimensión actual del concepto comunitarista: la de resistencia o protesta(Delanty, 2006: 143-144). En esta última, las acciones de los hinchas no pretenden cristalizar una sociedad alternativa ni apuntan a cambios radicales, aunque sí generan ciertas acciones de carácter político, tal como expresiones vinculadas a la realidad argentina o actos en el campo de los derechos humanos. A partir de las investigaciones sobre los movimientos sociales es posible comprender de un modo distinto el vínculo entre comunitarismo e individualismo; este último entendido tradicionalmente como perjudicial a la comunidad –cuya respuesta sería mayor civismo, capital social y voluntariado– es ya analizado como base de la actividad comunal y comunicativa. No hay contradicción en ello, sino por el contrario, un compromiso colectivo que está sustentado, también, en un individualismo sólido. La cultura individualista y la autonomía personal pueden otorgar sentido de identidad a las personas, a la vez que simultáneamente fomentar su participación en emprendimientos de compromiso colectivo.

Los hinchas militantes, si bien reconocen de forma nostálgica algunas de las particularidades que la configuración futbolística en la que comenzaron a ser hinchas de fútbol, pudieron a la vez hábilmente comunicar su forma de pertenencia. Sin embargo, buscaron y lograron también insertarse en una estructura institucional formal –la del CARP– con tensiones diversas a lo largo de los años. Han ido estructurando en el paso del tiempo, a la vez que formas simbólicas de significado respecto sus prácticas constitutivas en tanto hinchas, un espacio formal agrupacional y de gestión. Para ellos, la comunidad no es una forma de integración social ni sólo una forma de significado en consonancia con las antiguas concepciones comunitaristas, sino una serie de prácticas y saberes y un sistema abierto de comunicación que reflejan pertenencia. Si la comunidad actual es un resultado de la modernidad, expresan una búsqueda de pertenencia concreta y simbólica, pero mediante una comunidad individualizada –y en ocasiones ególatra– que pretende objetivos colectivos de forma consciente: no excluye sino que utiliza el individualismo, propio de sociedades en las que las formas simbólicas predominantes se han fragmentado en la incertidumbre y en su capacidad de definir el significado. Los hinchas militantes constituyen una forma de comunidad de valores compartidos en términos de pluralización radical: identidades individuales diversas y múltiples que se expresan en prácticas y expresiones concretas y simbólicas, en el marco de una modernidad de múltiples comunidades, en la que habilitan un sentido de pertenencia que no les ofrecen ni el Estado ni la sociedad.

En otro nivel, los hinchas constituyen comunidad en determinada dirección en tanto concepto normativo: como base cívica de las democracias modernas, constituyendo asociativismo en un club en tanto capital social. En ambas etapas, esta constitución de comunidad no puede aspirar ya, como lo hacía la teoría clásica sociológica, a conciliar en la sociedad moderna la condición de lo social con la comunidad mediante la recuperación de un pasado utópico, sino que la idea de comunidad se ha fortalecido a partir de la necesidad de la pertenencia, plural y comunicativa y bajo distintas formas, en un mundo en el que los desarrollos culturales y las formas de comunicación de las relaciones sociales se encuentran liberadas de las formas tradicionales del trabajo, la familia, el consumo o el Estado. La atomización social, la globalización y el neoliberalismo han servido de escenario para este proceso de la mano de la falta de inclusión y justicia social, a la vez que paradójicamente –o no tanto– las nuevas tecnologías en la era global facilitan, en un sentido, a muchos individuos el acceso a la construcción y el desarrollo de comunidades como sentido de pertenencia. Como expresa de Marinis, pocos conceptos tan fundamentales de pensamiento político y social son tanto un tema, un problema, una pregunta, un desafío y una sensación a la vez, como lo es el de comunidad (de Marinis, 2017). La emocionalidad se encuentra en el centro de este proceso descripto de los hinchas, en una línea de investigación relativamente nueva en las ciencias sociales; no fue hasta fines de los años ‘70 que el campo de la sociología comenzó a desarrollarse en el reconocimiento de la importante dimensión social de las emociones y, a la vez, de la dimensión emocional de la realidad social, pudiendo apreciarse con mayor claridad el esencial lugar de las emociones en los procesos sociales y, por lo tanto, para la teoría social (d’Oliveira-Martins, 2016).

Las biografías personales de los hinchas militantes muestran, contrariamente a lo que cierta visión apocalíptica supondría respecto de sus características, diversidad y compromiso políticos. Uno expresa que comenzó de joven a colaborar en un barrio carenciado de Ingeniero Budge en la provincia de Buenos Aires, y que siempre tuvo ideas políticamente de izquierda e incluso lleva al Che Guevara tatuado en su cuerpo; otro, joven criado en un barrio de clase media de San Miguel, provincia de Buenos Aires, y convertido luego en un joven empresario, no asume definiciones partidarias aunque muestra una inclinación progresista en sus análisis políticos; otro se define como peronista y kirchnerista y otro se dice de perfil independiente aunque también cercano al peronismo –pese a que se desempeña laboralmente en políticas sociales del gobierno de la CABA–; y un integrante de la mesa de conducción de ACM es un peronista más clásico que trabaja en el sindicato de empleados de comercio cercanamente a su líder sindical, el gremialista Armando Cavalieri. Todos ellos, con sus coincidencias y diferencias, suelen asistir a las marchas de Memoria, Verdad y Justicia cada 24 de marzo; he descripto las acciones que realizaron vinculadas a los derechos humanos desde el año 2002; sin embargo, no tenían ni tienen militancia formal al interior de algún partido o movimiento político partidario. Iniciada la institucionalización en la Subcomisión del Hincha, la decisión de formar la agrupación política no implicó unanimidad; hubo hinchas que por diversos motivos decidieron no acompañar ese camino, algo posible de atribuir tanto a cuestiones de índole personal como a falta de tiempo o simplemente desinterés. Es reiterativo en las entrevistas la referencia a la despolitización de la sociedad argentina en los años ‘90 y primeros años del siglo XXI, haciendo eco precisamente en lo atípico y a contramano que resultó el pasaje a la acción política, particularmente en la primera etapa. Esta característica se solapó con otra específica del CARP, como lo es un campo político agrupacional denso y la presencia de un dirigente tradicional pero innovador –el ex presidente José María Aguilar– de políticas abiertas a nuevas generaciones, en el marco aún más amplio de debates respecto del rol dirigencial en los clubes a partir de los intentos privatistas comerciales de los años ‘90 y de la aparición –no necesariamente coligada a lo anterior– de nuevos dirigentes con lógicas de gestión modernizadoras en los clubes. El proceso ocurrido con hinchas de otros clubes guarda en algunos casos similitudes y diferencias con los del CARP, los que pasaron a insertarse en el plano institucional del club y a realizar con habitualidad la fiesta en la tribuna.

A la vez, y en concordancia con las elaboraciones de Hang en cuanto a la sociabilidad y la política en un club de la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, ambas dimensiones se encuentran absolutamente cruzadas e interrelacionadas en el caso del CARP: en las prácticas cotidianas de los actores del club, todos hacen política aun cuando discutan en una fiesta o para tomar una decisión respecto de alguna actividad deportiva e incluso en ocasiones fuera del ámbito del club (Hang, 2018). Los hinchas militantes realizan un pasaje a la arena política que tiene en su base la sociabilidad en diversas formas, pero a la vez muchas formas de la sociabilidad, como las típicas del club –el asado, el departir en la confitería, etcétera– son una forma de la acción política, incluso en muchos hinchas y socios que declaman, precisamente, que no hacen política –aunque llegadas las elecciones, participan de listas eleccionarias y convocan a ser votadas–.En lo que hace a los hinchas militantes, mientras que algunos de ellos constituyen la arena política como parte de la sociabilidad en términos analíticos de la politicidad de Merklen (Merklen, 2010) tal cual la toma Hang (2018), es decir, un conjunto de prácticas en las que lo político no es una esfera diferenciada, otros expresan dicha separación en tanto categoría nativa –no hacen política– aunque, como he demostrado, la practiquen. En esa dirección, todos los actores del club hacen política, formal e informal, en la sociabilidad diaria y dentro y fuera de la institución, aunque algunos expresen lo contrario e incluso, adjudiquen efectos negativos a la existencia de un exceso de política. Se trata de relacionarse con los demás actores de la configuración futbolística en términos de interdependencia (Elias, 2003) en tanto las relaciones entre todos ellos –hinchas militantes, dirigentes, fuerzas de seguridad, barras bravas, etcétera– no son lineales, sino en términos de intercambio, en el que unos poseen lo que otros no: diferentes tipos de capital, beneficios materiales como entradas de protocolo para los partidos de fútbol o la posibilidad de poder comprarlas de manera ágil, apoyaturas políticas electorales, etcétera. El deporte en tanto escenario mimético permite la expresión pulsional de sus consumidores y practicantes y particularmente en el fútbol, a los hinchas en diversas formas prácticas y simbólicas, a la vez que habita en él una configuración particular en la que, a manera de un juego, sus distintos actores disputan y acuerdan, se influyen mutuamente y movilizan en relación con los demás.

Desde el punto de vista de la emocionalidad producida en la configuración del fútbol por grupos de hinchas que generan relaciones comunitarias, sus prácticas y sentidos se observan sólo parcialmente dislocadas con los valores societales modernos. En ese sentido, los hinchas militantes del CARP retoman los elementos cómicos y estéticos en sus prácticas festivas –movimientos corporales, bailes y cantos y la organización de la fiesta en la tribuna– por sobre los trágicos, parcialmente a contramano del proceso descripto por Archetti en el fútbol argentino desde la década del ‘60, cuando la etapa trágica del ritual se impone por sobre la festiva, de la mano de la agresividad y disputa violenta (Archetti, 2003). A partir del caso de los hinchas militantes del CARP, se han multiplicado en muchos clubes del fútbol argentino, de diversas categorías, los grupos de socios dispuestos a participar de diferentes actividades relacionadas con la fiesta en la tribuna, de tipo benéficas y en la arena política de sus clubes. Ello no ha ocurrido de similares maneras; en algunos casos han logrado cierta permanencia institucional por medio de la formación de comisiones o subcomisiones del hincha; en otros se han organizado sin relación oficial con su club, y en otros con relaciones cercanas a la barra brava. En todos ellos, se trata de socios comprometidos con su propia emocionalidad y con la institución, más allá de las diferentes situaciones, y que han logrado trasladar en mayor o menor medida, el capital simbólico obtenido en tanto hinchas, al plano político, revalorizando en el plano de la cultura una politización necesaria (de Certeau, 2004: 176). Este proceso ocurre al interior de, si lo hubiera, un momento modernizador del espectáculo de fútbol en Argentina desde comienzos de siglo, pero nos habla también de la vigencia y potencialidad de la militancia política en términos de compromiso y poder en el modelo tradicional de club en tanto asociación civil sin fines de lucro, allí donde los socios son, todavía, sus únicos dueños.

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Notas

[1] Para ahondar en el tema, se recomienda ver Frydenberg, Daskal y Torres (2013) y Gruschetsky (2015).
[2] El CARP es uno de los dos clubes de fútbol más importantes de la República Argentina, fundado a principios de siglo XX y cuyo estadio e instalaciones multideportivas y de otras actividades sociales y culturales –alrededor de quince hectáreas- están situados en el barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires. Cuenta con alrededor de 80.000 socios en sus diferentes categorías (www.cariverplate.com.ar).
[3] A partir de las elaboraciones de Archetti, Alabarces, Garriga y Moreira, se trata de aquellos hinchas organizados para asistir fiel y abnegadamente al estadio a alentar a su equipo bajo cualquier circunstancia futbolística, pero que tienen para con el club una emocionalidad en la que ponen en juego algo más que sólo tiempo y esfuerzo por acompañar y alentar al equipo, en una concepción no violenta del aguante como capital simbólico, como ocurre con los barrabravas. En el presente trabajo, los hinchas militantes son comprendidos también como aquellos que tienen como objetivo organizar la fiesta en la tribuna –en la voz nativa de los hinchas del CARP– en tanto compromiso de los hinchas en el desarrollo de ciertas actividades festivas en el estadio los días de partido, y que puede, en ciertos casos, extenderse a otras actividades del hinchismo y principalmente también, a la participación en la arena política del club, sin abandonar necesariamente el capital simbólico (Bourdieu, 2011) obtenido en tanto hinchas militantes.
[4] La palabra banderero, tal como desarrollaré más adelante, es la voz nativa con la cual los hinchas llaman a los poseedores de banderas con inscripciones diversas –lugares geográficos, frases, nombres propios, etcétera– que son colocadas cada vez que se presenta el equipo en tribunas y plateas y sujetas de diversas maneras para que puedan ser vistas. Por extensión, muchos de sus poseedores pasan a ser nominados con el nombre de sus banderas (Depeche), o con su nombre o apodo y a continuación la inscripción de la bandera (el Rata de Ezeiza o Marcelo X Flores).
[5] Red Solidaria es una institución –una red de relaciones, principalmente– creada en el año 1995 por Juan Carr y cinco amigos, originalmente con el propósito de encontrar a niños y niñas extraviados pero que rápidamente comenzó a realizar todo tipo de actividades solidarias y benéficas.
[6] Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implantes es el sistema informático para la administración, gestión, fiscalización y consulta de la actividad de procuración y trasplante de órganos, tejidos y células en el ámbito público nacional.
[7] Expresidente del CARP en el período 2001-2009
[8] El proceso ocurrido en Independiente es profusamente trabajado por Verónica Moreira, ya que el triunfo del candidato Comparada representó el de un actor ajeno a la política tradicional del club, que había realizado campaña bajo el cariz de un hincha devenido en dirigente, pero luego sus acciones de gobierno modernizante le hicieron perder el apoyo obtenido y, también, el honor y la moral, desde el punto de vista de las nociones nativas (Moreira, 2010).
[9] Revista artesanal editada por los miembros de Todo por River.
[10] Desde el Tablón, Año 3, Nº27, 6 de julio 2003, p. 2.

Notas de autor

1 Doctor en Sociología. Universidad Nacional de La Plata; Universidad Nacional de Avellaneda; Instituto de Periodismo DeporTea, Argentina. E-mail: rodaskal@gmail.com.ORCID:https://orcid.org/0000-0002-6198-5689.

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